La mayor parte de las veces que oímos esta frase de un deportista la lesión suele ser un problema físico, pero no siempre es así.
Royce White es un jugador de baloncesto norteamericano. Durante su época de instituto la prensa especializada lo consideraba como uno de los 10 aleros altos más importantes. A pesar de algunos problemas en su Minnesota natal, que provocaron que no jugase al baloncesto en algunos largos periodos de tiempo, terminó recalando en la Universidad de Kentucky dónde sus actuaciones le hicieron destacar entre todos sus compañeros y rivales. Con un futuro prometedor por delante decidió probar fortuna en la NBA y fue elegido por los Houston Rockets con el número 16 de la primera ronda del draft.
Hasta aquí podría ser la historia de cualquier deportista anónimo que después de muchos esfuerzos llega a la élite, pero la particularidad de White es que sufre un cuadro de ansiedad social que no le permite volar y un trastorno obsesivo-compulsivo.
En su primera reunión con los Rockets, pidió un autobús propio, y tras una semana de negociación, se llegó a un acuerdo, pero tras los primeros partidos criticó abiertamente a la dirección de su equipo por "no saber tratar convenientemente su desorden", tras ser asignado a la liga de desarrollo (una liga menor que la NBA). White quedó entonces en punto muerto, sin poder entrenar. A finales del año pasado se le asignó de nuevo a la liga de desarrollo y White se negó a incorporarse ya que consideraba que el entorno no era el adecuado para su desorden psicológico y declaró que necesitaba la ayuda de un médico personal que fuese con él. Pedía que el equipo le garantizase de alguna manera que protegerían su salud mental cuando retornase al equipo, algo que no ocurrió dado que a principios de año decidieron suspender a White por "negarse a prestar sus servicios".
Aunque son de sobra conocidos casos de deportistas poco estables, vanidosos o caprichosos que anteponen sus deseos al bien del equipo, la situación de White es compleja y llena de matices ya que las enfermedades mentales se comprenden muy mal y tienden a menospreciarse.
Seguramente si la lesión fuese de carácter físico, una rotura de algún hueso, un problema de ligamentos o una luxación, el equipo hubiese puesto a trabajar a toda una maquinaria compuesta por médicos, fisioterapeutas y expertos en rehabilitación para poner solución al problema, pero no es este el caso.
Existen otros casos cuya solución ha sido muy diferente. Por ejemplo, el exjugador de fútbol Dennis Bergkamp desarrolló miedo a volar a causa de un trauma que sufrió durante un vuelo. A pesar de probar varios tratamientos no logró paliar su problema y tanto su club como los aficionados de su equipo fueron comprensivos con él y empezó a realizar los desplazamientos largos en coche o tren.
Más cercano es el caso del futbolista del Sevilla, Jesús Navas, que sufría continuos ataques de ansiedad cuando debía pasar periodos de tiempo demasiado largos fuera de su entorno familiar. Esta situación se convertía en un problema cada vez que debía viajar con el equipo fuera de la ciudad e incluso impedía que fuese convocado con la Selección Nacional, ya que el club había puesto en antecedentes a la federación de fútbol.
Su caso sí pudo ser tratado y corregido gracias a los servicios médicos del Sevilla que no solo trató al jugador, sino que también supo aconsejar a sus compañeros sobre cómo debían ayudar a Navas a controlar esta situación.
Una vez solucionado el problema no solo el jugador ha salido beneficiado, sino que el equipo ha ganado un excelente jugador comprometido con el equipo y que ya ha podido debutar con la Selección Nacional.
Estos casos, extrapolados del mundo del deporte, no dejan de tener también un reflejo en cualquier otro trabajo. Así como ninguna empresa dejaría escapar a un joven y prometedor valor por una gripe o una pierna rota, ¿podemos estar seguros de que ha sucedido lo mismo cuando los problemas de salud han tenido un origen mental o puede que simplemente se les haya tildado de inestables y se haya minimizado el valor que podría tener para la compañía?
Estos ejemplos nos demuestran que el entorno laboral debe ser siempre un apoyo importante para los trabajadores y así como se intenta siempre mantener su bienestar físico se debe también mantener su bienestar mental: los beneficios se reportarán tanto en su vida personal como en su rendimiento laboral.