El antropólogo Marshall Sahlins realizó trabajo de campo en Melanesia, Polinesia y Nueva Guinea, donde estudió las sociedades tribales y su economía. De su texto "Economía Tribal" he rescatado algunas de sus reflexiones que quiero compartir con vosotros. Y es que el estudio del "otro", de lo diferente, nos ayuda a reflexionar sobre "nosotros" mismos y nuestra sociedad.
En las sociedades tribales la familia es la unidad de producción, así como la empresa es para el sistema capitalista. La producción es una función doméstica y las relaciones entre los parientes son relaciones económicas.
A diferencia de nuestra forma de entender la economía, como una esfera autónoma y separada de la política, del parentesco o de la religión... en la sociedad tribal éstas son la organización misma del proceso económico; la economía está "incrustada", como decía Polanyi, en el resto de las instituciones.
En este contexto, las familias producen para su aprovisionamiento, para adquirir lo que necesitan y no para obtener beneficio. Ningún hogar está excluido del acceso directo a los medios, se da una cierta democracia de la tecnología, y de acceso a los recursos, con privilegio ususfructuario de las tierras de la comunidad.
Las sociedades tribales pueden estar jerarquizadas, lideradas por un jefe, pero no son una sociedad de clases. La autonomía de la familia propicia que esto no ocurra. No existe la apropiación de los recursos productivos por una minoría y por lo tanto tampoco se da el servilismo económico de la mayoría.
Shalins define la organización de la producción en la tribu como anárquica, con unidades hogareñas independientes que trabajan en paralelo y de forma no coordinada. La producción se detiene en el momento en el que la familia tiene lo que necesita, sin propensión a realizar un trabajo continuado u obtener una riqueza suplementaria. Se distingue así entre la "producción para el consumo" de la "producción para el intercambio" (es decir, el lucro). En nuestra sociedad, el mercado pone a nuestra disposición una inmensa variedad de productos apetecibles con un llamativo reclamo y el precio que define cuánto nos costará adquirirlo. Pero nunca tenemos el dinero suficiente para comprarlo todo, de modo que el consumidor está condenado a la escasez y al perpetuo trabajo. La economía de mercado es una paradoja inevitable, ya que cada adquisición que hagamos es a la vez una privación: comprar un objeto es privarse de otro. En una sociedad tribal, las necesidades son limitadas y las familias han de conformarse (o contentarse) con lo que ellas pueden producir, de forma que cuando cubren sus necesidades cesan de trabajar. En cambio, en nuestra sociedad occidental las necesidades son ilimitadas y los recursos que disponemos son siempre limitados, obligándonos a hacer elecciones y a ponernos límites.
En las sociedades tribales, el vínculo de parentesco contrarresta el atomismo de la unidad familiar haciendo circular bienes de consumo fuera del hogar para distribuirlo a los familiares necesitados, de modo que en algunos casos pueden verse vistos a ampliar su producción.
La autoridad tribal también supone una presión para la "infraproducción" doméstica, a través de un jefe que acumula alimentos, los almacena y protege para utilizarlo luego en beneficio de toda la comunidad y que serán redistribuidos en eventos comunales.
Hay dos caminos que conducen a la satisfacción: producir mucho o apetecer poco. La economía tribal opta por este último camino. Sus necesidades son limitadas.
El trabajo de los pueblos tribales es más episódico y diversificado; y su duración es inferior a la nuestra. Tampoco el trabajo es alienado de la persona misma, separable de su existencia social. "Trabajador" no es en sí una condición social, ni tampoco el "trabajo" es una categoría. El trabajo está organizado por relaciones "no económicas", de parentesco, y es la expresión de estas relaciones que rigen la comunidad y la sociedad. El trabajo no está separado de la vida, está inserto en todos los aspectos de la sociedad en un continuo que abraza economía, trabajo, política, religión, familia... como "hecho social total".
M. SHALINS; Economía Tribal (En M. Godelier, 1976, Antropología y Economía, Anagrama; Barcelona:233-259)