Desde siempre el juego ha sido parte de la historia del hombre y le ha acompañado durante su vida para impulsar el desarrollo de sus habilidades cognitivas, favorecer la socialización con otros individuos o simplemente para ocupar sus ratos de ocio.
Cada tipo de juego posee unas virtudes por encima de los otros y potencia distintas áreas de desarrollo, así los juegos de carácter deportivo o físico, que engloban actividades como el fútbol, baloncesto, las palas en la playa, el escondite, el corre que te pillo o la comba, desarrollan la fuerza, destreza y coordinación psicomotriz.
Por el contrario los videojuegos de tipo puzle o resolución de acertijos ayudan al desarrollo de nuestra capacidad lógica o la originalidad para resolver problemas desde enfoques diferentes, y los de corte de acción estilo "shooter" (disparos) pueden ayudar a mejorar nuestra visión hasta un 20% ya que cambian la forma en que nuestro cerebro procesa la información visual llevando el sistema visual humano hasta sus límites obligando al cerebro a adaptarse.
Inmersos en la era de la tecnología algunos videojuegos incluso permiten el desarrollo de destrezas y habilidades tan específicas como tocar la guitarra, dibujar o pilotar un avión.
Pero ¿y si retrocedemos unos cuantos miles de años? ¿Qué tipo de juegos han sobrevivido hasta el presente?
A lo largo de la historia, los juegos de mesa se han utilizado como entretenimiento. Entre las ruinas del Antiguo Egipto, Roma y Grecia se han encontrado restos de ellos, algunos similares a los que conocemos en la actualidad como las damas y el ajedrez, otros desconocidos ya que aunque se hayan encontrado las piezas y el tablero de juego carecen de instrucciones sobre su funcionamiento.
Seguramente muchas personas asociaran los juegos de mesa con su infancia y la familia, ya que son juegos que en muchas ocasiones permiten saltarse las barreras generacionales y reúnen entorno a la misma mesa al abuelo, al padre y al hijo. ¿Quién no recuerda alguna tarde de invierno jugando al Risk con sus primos? ¿Enseñando a un hermano pequeño a jugar al Parchís o a la Oca? ¿Ganar por primera vez a su padre en una partida de Trivial o jugando a cualquier juego de cartas en el que parecía un gigante invencible?
El valor socializador de los juegos de mesa obliga a convivir junto al resto de jugadores bajo una misma serie de normas que regulan el desarrollo de la partida y que posibilitan que no existan desigualdades ni ventajas o desventajas para ninguno de los participantes.
Cómo en cualquier otro ámbito, los juegos de mesa han sido fruto de multitud de influencias que han provocado cambios y evoluciones en las mecánicas de juego y a día de hoy existen diferentes variedades que incluyen cualquier tipo de temática imaginable: desde juegos de cartas donde puedes personalizar tu propia baraja con la que te enfrentarás a tu oponente, como Magic, hasta juegos de tablero de espada y brujería donde los protagonistas deben derrotan a toda una horda de monstruos para recuperar un tesoro perdido.
Con tanta variedad disponible ya es factible vislumbrar ciertos rasgos del carácter de una persona atendiendo al tipo de juegos de mesa qué mas disfruta e incluso jugando con esa persona puedes llegar a comprobar hasta que punto es competitivo, si carece de paciencia, sus habilidades como diplomático o negociador o su capacidad como comunicador.
Basándonos en esto no es extraño que en numerosas jornadas de formación se recurra a los juegos de mesa como un modo de distender la jornada y de hacer más variadas las dinámicas que se llevarán a cabo.
Si ya hemos recurrido a las simulaciones de rol para mejorar la creatividad, la capacidad de improvisación y la empatía de un grupo de trabajo, ¿por qué no utilizar un juego de mesa cooperativo para convertirlos ahora en un verdadero equipo?
Muchos de estos juegos de cooperación permiten a cada jugador interpretar a un personaje con una serie de características propias: en algunos casos puntos fuertes, en otros casos puntos débiles, incluso pueden tener ciertas habilidades especiales que les diferencien del resto.
La propuesta del juego es sencilla, todos los personajes de la partida poseen una misma meta o desafío común y para poder alcanzarlo deberán jugar en conjunto protegiendo y apoyando con sus puntos fuertes y habilidades especiales a los otros miembros de la partida y dejándose ayudar por sus compañeros en las ocasiones que así lo requieran. Cuanto antes comprendan los jugadores que no pueden ir por su cuenta sino que deben jugar como equipo antes llegarán a su objetivo.
Existe un tipo de juego para cada jugador y además de servirte para pasar un rato divertido con tu familia o tus amigos, puedes aprender o desarrollarte. ¿No parece la manera perfecta de pasar una tarde en casa?