Sabías que...?

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Grupo Finsi Comunicación

 

En un informe realizado por Patrick Shafto y colaboradores (2012) se pone en duda la idea intuitiva de que la forma natural de aprender sea a través de la exploración del entorno. Para poner esto de manifiesto utilizan el siguiente ejemplo:

Estás en París y te apetece tomarte un buen café. ¿Qué haces?:

1. Entras en una cafetería, pides un café y esperas tener suerte.
2. Te fijas en alguien que vive en el barrio. Le ves tomar café en una cafetería concreta y entras tú también.
3. Te fijas en alguien que vive en el barrio. Le ves tomar café en una cafetería concreta. Se da cuenta que le estás observando, mira su taza, te mira y asiente con una sonrisa.

En el primer caso adquieres la información por tu cuenta. No hay un principio que te guíe para adquirir la información. Es aleatorio y con este método te llevaría tiempo aprender dónde puedes tomar un buen café.

En el segundo escenario, anticipamos que un vecino del barrio tiene más información que nosotros, por lo que averiguar dónde tomar un buen café llevaría menos tiempo. El problema es que hay otros factores que pueden estar en juego. Por ejemplo, a lo mejor el café no es el mejor, pero la persona tiene prisa y sabe que su cafetería predilecta va a estar abarrotada y va a tardar más.

En el tercer caso no nos encontraríamos con este problema. Estamos seguros de que este vecino tiene más información que nosotros, pero como también se ha comunicado con nosotros asegurándonos que vamos a encontrar un buen café, estamos asegurando el tiro. A diferencia que en el caso 2, la persona con más conocimiento está ajustando su comportamiento para optimizar nuestro aprendizaje.

Según Shafto y cols. estos tres casos representan tres formas de aprendizaje: aprender de las evidencias físicas, aprender por observación de una acción orientada a un objetivo y aprender mediante la comunicación.

Shafto y cols. argumentan que aunque algunas teorías del aprendizaje asumen que los niños adquieren la información por azar, esto es falso en la mayoría de los casos, ya que los niños están rodeados de persona con más conocimiento que ellos. Es más, normalmente los otros niños mayores y los adultos ajustan su comportamiento para facilitar que los pequeños lleguen a las conclusiones correctas.

Así, por ejemplo, si un adulto pregunta qué estás comiendo, tú contestas: "Un bocata de jamón serrano y queso brie en pan de centeno", pero si el que pregunta es un niño pequeño, simplemente le dices: "Un bocadillo". Así entiende que un trozo de pan con algo en medio es un bocadillo. Más adelante tendrá tiempo de ir ampliando sus conocimientos con los distintos tipos de jamón, queso y pan.

De este modo, cuando una persona con más conocimientos no sólo proporciona información, sino que ajusta su comunicación al conocimiento y capacidades del aprendiz, estamos hablando de enseñar. Por lo tanto, la mayoría de las cosas que los niños aprenden en sus primeros años no son el producto de la exploración autónoma del entorno, sino la consecuencia de lo que los adultos le han enseñado.

 

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