Todos, en mayor o menor grado, procrastinamos. Sabemos que hay cosas que hay que hacer. Que no podemos obviar. Pero a veces nos cuesta un mundo ponernos a hacer determinadas tareas, por lo que las vamos dejando ahí, aparcadas, para otro momento.
Daniel Gustavson, de la Universidad de Colorado Boulder, se preguntó si había personas que procrastinaban más que otras y por qué los procrastinadores tendían más a llevar a cabo acciones precipitadas y sin pensar. La idea era llevar a cabo un estudio para analizar qué es realmente la procrastinación, por qué se da y cómo se podría minimizar.
Desde el punto de vista evolutivo parece que la procrastinación ha aparecido más recientemente, cuando ya no es tan importante obtener un refuerzo inmediato por nuestras acciones, ya que la incertidumbre de llegar a mañana parece que se ha reducido.
Los estudios que han trabajado sobre las dos variables (procrastinación e impulsividad) parecen indicar que, efectivamente, existe una relación positiva entre ellas: las personas que más procrastinan son, a su vez, las más impulsivas. Lo que no ha quedado tan claro en los estudios es si la causa de esto es cognitiva, biológica o ambiental.
Para intentar esclarecer este tema, Gustavson y sus colegas llevaron a cabo un estudio con 181 gemelos monocigóticos y 166 mellizos. Los gemelos monocigóticos comparten el 100% de sus genes mientras que los mellizos sólo comparten el 50% (como el resto de hermanos). Estas diferencias en la carga genética permitirían determinar cuál era la relevancia de los genes frente al ambiente en la impulsividad y el hábito de procrastinar.
A través de unas pruebas en las que se evaluaba la impulsividad y la tendencia a dejar las cosas, así como la capacidad para establecer y mantener objetivos, Gustavson comprobó que la procrastinación, al igual que la impulsividad, tiene una base genética y, por tanto, es hereditaria.
El estudio, publicado en Psychologycal Science, indica que la procrastinación es, de hecho, un subproducto evolucionado de la impulsividad.
Actualmente Gustavson está estudiando cómo la procrastinación y la impulsividad se relacionan con habilidades cognitivas superiores y si estas influencias genéticas tienen relación con otros aspectos de nuestra regulación diaria.