Érase una vez una niña que tenía un calcetín roto... pero nadie lo sabía
Ese calcetín no le molestaba al andar, ni le impedía saltar a la comba. Pero si corría mucho, el zapato le rozaba y podía hacerle una herida. Por eso había ciertos juegos a los que no quería jugar y sus compañeros no lo entendían, porque el agujero no se veía. Sólo la niña sabía que estaba ahí.
A veces se olvidaba de él. En realidad, sólo le molestaba al quitarse los zapatos, porque le entraba un poquito de frío. Y eso sí era un problema, porque con los pies fríos no se puede andar, ni saltar a la comba. Así que un día, los padres de la niña pensaron que sería mejor hacer un remiendo en el calcetín.
Así la niña estaría más tranquila. Y ellos también. Sin el agujero, ya no se notaba el frío. Pero la costura también le rozaba. Así que seguía sin jugar a ciertos juegos y sus amigos seguían sin saber por qué...
Al final, cansada de que se lo preguntaran tantas veces, decidió contarles la verdad: "No puedo correr como vosotros, porque tengo un poco roto... el corazón".
Mensaje:
Cada año se dan en España 4.000 nuevos casos de cardiopatías congénitas. Niños con problemas de corazón que no se ven, pero que requieren todo el cuidado y cariño que les podamos ofrecer.
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