Una buena forma de analizar la sociedad en la que vivimos es a través de sus librerías. En los libros que llenan sus estanterías tenemos un claro reflejo de sus gustos, intereses, necesidades, miedos...
En los libros que se venden podemos ver cómo la sociedad ha evolucionado. Por ejemplo, hace 15 años era casi imposible encontrar publicaciones en otros idiomas. Ahora, hay secciones enteras. Todo un avance.
Algo similar ocurre con la parte dedicada al ocio. Sin ir más lejos, hace unos 5 ó 6 años me las vi negras para encontrar un libro de recetas de galletas. Hoy en día lo difícil es no tropezarse con cientos de ellos. El boom de los programas de cocina en la televisión, y los de repostería en particular, ha tenido como clara consecuencia que ahora las librerías estén cuajaditas de todo tipo de ejemplares sobre el tema. Libros especialmente coloridos, con fotos que hacen salivar a cualquiera, con troqueles llamativos, con regalos adjuntos... Imposible ignorarlos. Ya nadie confunde un muffin con una magdalena o un red velvet con un bizcocho de chocolate.
Pero si algo refleja bien nuestros intereses y necesidades es la sección de "autoayuda". En ella, yo diría que al menos el 50% de los libros incluyen en su título o subtítulo la palabra "felicidad" o un derivado. Y es que está claro que si algo busca el ser humano es ser feliz. Parece lógico y coherente. Pero me preocupa una cosa al respecto: ¿cómo y dónde queremos encontrarla?
Si nos fijamos en los títulos o resúmenes de los libros que, a través de distintos medios y objetivos, se dirigen a mejorar nuestras vidas, a hacernos sentir más plenos y dichosos, una apostilla nos indica claramente cómo queremos conseguirlo: rápidamente y sin esfuerzo.
"Pierda 10 kilos en un mes sin pasar hambre", "Aprenda inglés en 3 semanas", "10 pasos para ser más felices", "Tonifique su cuerpo en 5 minutos al día", "Las 3 claves del bienestar"... Son títulos que me acabo de inventar pero que, seguramente, se parecen a muchos existentes (espero no haber dado demasiado en el clavo).
Y es que en esta sociedad, en la que todo va tan deprisa y no hay tiempo para nada, lo que vende son los caminos fáciles. La eficacia inmediata. La minimización del esfuerzo.
Las pastillas milagrosas que nos hacen reducir peso, perder las ganas de comer, sentirnos bien de golpe, conseguir energía... El ejercicio que conseguirá un cuerpo escultural sin levantarnos del sillón y sin una gota de sudor. Los trucos para ser felices en el instante, sin cambiar un ápice de nuestra vida o nuestras costumbres. Los aprendizajes inmediatos, divertidos, sin práctica ni repetición... Cuanto menos esfuerzo, mejor. Cuanto más rápido, mejor. Eso es lo que realmente necesitamos: rapidez y eficacia. Para adelgazar, para aprender idiomas, para ser felices... Para lo que sea.
Compramos un libro en el que se nos prometen esas cosas en un título sugerente y luego, tras leerlo y comprobar que no ha obrado milagros, pasamos al siguiente pensando: "Vaya engaño". Pero, ¿quién engaña a quién? El que nos vende el libro o nosotros mismos.
Donal Kendall (director ejecutivo de PepsiCo de 1971 a 1986) decía: "El único lugar donde el éxito viene antes que el trabajo es en el diccionario". Teniendo en cuenta que su familia tenía una granja y el acabó siendo asesor en la Casa Blanca, algo me dice que no se leyó ningún libro cuyo título mencionara cómo triunfar en unas pocas semanas.