Crisis de valores en la sociedad actual. Un ejemplo de generosidad y entrega: Irena Sendler
Crisis. Esta palabra con la que en los últimos tiempos nos levantamos, la escuchamos durante todo el día y casi sin darnos cuenta se cuela en nuestra cama y hasta en ocasiones se adueña de nuestro descanso . Todos hablamos de la crisis, pero casi siempre referida a la crisis económica en la que estamos inmersos y que evidentemente a todos nos afecta y nos preocupa.
En este caso me gustaría hacer una reflexión sobre otro tipo de crisis, que también estamos viviendo en estos tiempos y que sin embargo oímos menos hablar de ella. Es una crisis no menos importante que la económica y sobre la cual también deberíamos reflexionar. Me refiero a la crisis de valores, crisis de identidad.
Autores como Erich Fromm señalan la gravedad de la crisis de identidad que existe en la sociedad moderna, la cual está orientada al tener, es decir, interesada en las cosas más que en las personas. Fromm señala que la modernidad, considerada a partir de la época industrial, propagó la “producción ilimitada, libertad absoluta y felicidad sin restricciones”; sin embargo, estos rasgos engendrados por el sistema económico enferman al individuo y a la sociedad, lo cual se manifiesta en el individualismo y el consumismo.
Cada vez me resulta más evidente la tendencia general de la sociedad, en la que las personas valen más de acuerdo a lo que han conseguido sin importar el cómo lo han conseguido. Estamos viviendo en una sociedad egoísta que fomenta el individualismo. Cada persona se preocupa por si misma y por tener más que los demás.
Otra consecuencia de esta crisis de valores, en mi opinión es el hecho de que en esta época predomina sobre todo la actividad cerebral dejando a un lado las emociones.
Y hablando de emociones y de valores, os aconsejo uno de mis libros preferidos “El hombre en busca de sentido” de Victor Frankl.
Victor Frankl fue un neurólogo y psiquiatra austriaco, fundador de la Logoterapia. Sobrevivió desde 1942 hasta 1945 en varios campos de concentración nazis, incluidos Auschwitz y Dachau. A partir de esa experiencia, escribió el libro "El hombre en busca de sentido". En este libro describe la vida de un prisionero en un campo de concentración desde la perspectiva de un psiquiatra. Explica que, incluso en las condiciones más extremas de sufrimiento y deshumanización, el hombre puede encontrar una razón para vivir basada en su dimensión espiritual.
Y pensando en ello, hoy he recordado a otra heroína olvidada, que desde el anonimato y dejando de lado su propio interés, se preocupó por el bienestar de los demás en un acto de entrega y generosidad sin límites: Irena Sendler fue una enfermera polaca que hasta muy poco había quedado olvidada y durante la segunda guerra mundial salvó la vida de 2.500 niños judíos. Sacaba a los niños del gueto en ataúdes, cubos de basura, cajas de herramientas o como enfermos contagiosos... les daba un nuevo hogar y apuntó sus nombres y nueva dirección en frascos de vídrio que guardó en el jardín de su vecino bajo un gran manzano. Pasada la guerra pudieron recuperar su identidad. Se la conocía como "El ángel del gueto de Varsovia".
En el año 1998 unos estudiantes de Kansas estaban investigando sobre los supervivientes del holocausto, cuando encontraron a Irena Sendler. Vivía en un asilo, condenada a ir en silla de ruedas debido a las torturas a las que fue sometida por la Gestapo
En el 2007 el gobierno polaco la presentó como candidata al Nobel de la Paz, el cual fue entregado finalmente a Al gore. Irene tenía ya 97 años pero vió reconocida mundialmente su hazaña. Se limitó a decir: "No soy una heroína. Sólo cumplí con mi deber y lamento no haber podido salvar más vidas"
Murió en 2008 a los 98 años.
"Con 20 años tienen el rostro que Dios les ha dado; con 40 el que les ha dado la vida, y con 60 el que se merecen". Albert Schweitzer