Durante la conversación me expresaba sus esfuerzos por mantener el optimismo frente a los sentimientos de indefensión que comenzaban a provocarle los procesos de selección en los que participaba. Las pruebas son muchas, duras y extensas.
Las exigencias son elevadísimas tanto en experiencia como en formación y actitud. Es especialmente llamativa la cuestión de los idiomas. Además, se espera una gran flexibilidad y disponibilidad: horarios, movilidad geográfica, movilidad funcional, etc.
Como siempre, en selección buscamos el "mirlo blanco" y más ahora cuando hay "mucho donde elegir".
Está claro que hay que buscar las personas más competentes para la organización y el filtro debe ser exigente.
Hasta aquí, no hay nada que llame la atención, parece lógico. Sencillamente esta es la situación en la que nos encontramos.
Pocos días después me vi en otra conversación con responsables de formación de diferentes organizaciones. La charla giraba en torno a cómo poner en marcha programas formativos, dirigidos principalmente a directivos, estratégicos para el futuro de la organización.
En el apartado de "dificultades para desarrollar dichos programas." aparecían frases del tipo:
Resulta contradictorio, a la vez que estábamos disenando un programa formativo para aumentar la contratabilidad de la organización, mejorar su capacidad de adaptación a nuevas situaciones y lograr una mayor empleabilidad de los directivos , era sistemáticamente cuestionada cualquier posibilidad de acción que exigiera esfuerzo, compromiso o sencillamente abandonar la zona de confort, etc. El motivo parecía estar claro, al menos nadie lo cuestionaba, siempre existen compromisos más importantes que la formación.
Tampoco esta conversación llama la atención. La contradicción llega cuando intentamos conciliar ambas conversaciones, mi sensación es que algo no encaja.
Esas mismas personas a las hoy su organización trata con tanta consideración tuvieron que ser seleccionadas algún día. ?En aquella entrevista se les miró con lupa y se les exigió que, siendo mirlos, también fueran blancos? .
También me surge otra cuestión, si en Espana tenemos un problema de competitividad y se considera que la formación y el desarrollo es una de las principales líneas de actuación ?dónde se encuentra el problema?, ?en los 4 millones de parados que están dispuestos a formarse para atravesar los filtros de la selección o en el resto de millones de población activa a los que no nos viene bien recibir formación porque estamos muy ocupados? .