Yo pertenezco a una generación en la que pasamos gran parte de nuestra infancia y adolescencia en la calle. Llamábamos a la puerta de nuestros amigos y disfrutábamos de la tarde jugando al balón prisionero o cualquier otro juego o, simplemente, charlando en un banco en el parque.
Por eso, cuando empezó el boom de los videojuegos y se comenzó a hablar de las adicciones que sufrían algunos ninos, del aislamiento social al que se veían sometidos porque habían sustituidos los amigos de carne y hueso por las consolas y personajes virtuales, me parecía que la aparición de esa tecnología había sido un error más de los que comete una sociedad en la que el estrés, la falta de tiempo y el exceso de trabajo nos llevaba a reducir nuestras interacciones sociales.
Pero ha pasado algún tiempo desde eso, y ahora, las consolas y los videojuegos están en todas partes y sus utilidades son múltiples: hacemos ejercicio con la consola, aprendemos idiomas, mejoramos nuestras capacidades mentales, cocinamos. No sé si se puede considerar que esto es bueno o malo. Supongo que al final todo depende del uso que se haga. Como cualquier cosa, el peligro real está en el uso, más bien, en su abuso.
Se puede decir que es mejor ir a un gimnasio a hacer ejercicio que hacerlo en casa con una consola, pero si no tenemos tiempo y la opción va a ser salir del trabajo tarde y tumbarnos en el sofá a ver la televisión, puede que sí sea mejor opción. Puede que también sea mejor ir a una clase de idiomas y conversar con nuestros companeros que utilizar un videojuego, pero si la opción va a ser no aprender nada en absoluto, a lo mejor es también es lo una buena solución.
La realidad es la que es, y nos guste o no, vivimos a contrarreloj, corriendo siempre de un lado a otro. Obviamente, hay mejores formas de vida, pero si no podemos cambiar eso, al menos, intentar usar la tecnología a nuestro favor, parece lo más inteligente.
Me llama poderosamente la atención ver como personas de todas las edades y condiciones han integrado la tecnología en su vida diaria. ?Quién iba a imaginar hace unos anos que personas de 60 anos iban a estar jugando a videojuegos? Ha sido la capacidad de las empresas para adaptar la tecnología a las necesidades e intereses de públicos que hasta entonces no utilizaban jamás esos dispositivos y de cubrir necesidades reales, más allá del mero divertimento.
Uno de los últimos públicos en anadirse son las personas con discapacidad intelectual. Un equipo de psicólogos educativos de la Fundación Síndrome de Down de Madrid ha creado el primer videojuego para jóvenes de 16 a 20 anos con esta discapacidad. Mediante este juego ayudarán a un detective privado a solucionar el caso de un cuadro robado. Así, se pondrán en la piel de este detective para ayudarle a pasar por distintos escenarios, tomar decisiones, solucionar enigmas e interactuar con otros personajes.
Ahora, utilizando juegos creados expresamente para ellos, pueden practicar y sentirse como el resto de personas que les rodean a la vez que se divierten. Actualmente sólo pueden disfrutar de este juego los chicos de la Fundación, pero en breve se podrá descargar desde la web de la Fundación Orange, en la que también existen otras aplicaciones orientadas a colectivos con barreras de comunicación e interacción (autismo, discapacidad visual, discapacidad auditiva, analfabetismo, etc.).
Así, curiosamente, hemos pasado de ver los videojuegos como una forma de asilamiento social, a la clave para la integración y la mejora de las relaciones interpersonales. Es una prueba más de cómo la tecnología adecuada y el uso racional de la misma, es seguramente, el camino a seguir para el desarrollo y el aprendizaje. Incluso, para la mejora de las relaciones interpersonales.