A pesar de que se empieza a considerar como una de las principales razones de las bajas laborales en nuestro país, menos del 30% de las empresas aplican programas para evitar el estrés laboral.
Aunque ya es sabido que el estrés no es negativo es si mismo, en tanto que respuesta adaptativa, si es cierto que cada vez en mayor medida debemos aprender a gestionarlo por las consecuencias que acarrea.
Sobrecarga de trabajo, ritmo excesivo, exceso de responsabilidad, roles ambiguos, poca creatividad en el puesto, mala comunicación, horarios extensos, mal clima laboral, son algunos de los disparadores que pueden acabar produciendo cuadros relacionados con el estrés laboral, por su puesto con la consiguiente evaluación personal acerca de dichas situaciones, lo que hará que lo que para uno es un disparador evidente, para otra persona no tenga importancia.
Lo que está claro es que determinadas situaciones o atribuciones, mantenidas en el tiempo puede acabarse cronificando y provocando distinto tipo de consecuencias. La respuesta de estrés se manifiesta en reacciones físicas, mentales, emocionales y conductuales, fatiga crónica, falta de atención, baja autoestima, desmotivación, disminución de la productividad, bajo rendimiento, menor eficiencia y desempeño, entre otras.
Todo ello, más los costes asociados en bajas y gasto sanitario están motivando una creciente preocupación por desplegar estrategias y acciones dirigidas a corregir dichos efectos negativos. Las personas y las empresas cada vez en mayor medida van tomando conciencia de que el control del estrés tiene beneficios a múltiples niveles: salud, bienestar, calidad de vida, motivación, rendimiento, desempeño, dinámica de trabajo, concentración, atención, capacidad de resolución de problemas, etc.
Son, por tanto, cada vez más las empresas que mediante programas de entrenamiento específico, planes de formación individuales o en grupo, para distintos perfiles profesionales, minimizan y controlan el impacto del estés en el día a día de los individuos, y por derivada, de la propia organización.
Teniendo en cuenta la alta complejidad y exigencia de las demandas a las que nos vemos sometidos, al final del día, sin darnos cuenta de ello, y sin haber soportado nada excesivamente abrumador, o sí, es posible que nos sintamos totalmente fatigados por la acumulación de los acontecimientos de nuestras vidas, por ello, más que esperar a lo peor, es mejor irnos acostumbrando a poner en marcha algunas medidas preventivas del tipo:
El padre del concepto estrés, Dr. Hans Seyle dijo:
"Lo que importa no es aquello a lo que nos enfrentamos, sino la manera cómo nos enfrentamos a ello. A pesar de que hay factores que influyen o determinan algunas respuestas, tenemos un control limitado sobre nosotros mismos. El ejercicio de este control, o la falta del mismo, es lo que puede decidir si el estrés de la vida es lo que nos forma o nos rompe".