Paciencia: "Calma o tranquilidad para esperar". Impaciencia: "falta de paciencia".
Hablar de paciencia hoy en día, suena hasta raro. Es una de esas cosas que están tan fuera de nuestras órbitas diarias, que se ha convertido en un auténtico desafío. Por el contrario, su antónimo, la impaciencia, domina nuestras vidas. La inmediatez parece haberse convertido en una auténtica epidemia, provocando que cualquier espera, incluso la más mínima, como esperar "dos largos minutos" en un semáforo mientras pasan otros coches o cruzan peatones, se convierta en algo a punto de exasperarnos.
La impaciencia ha llegado a bloquearnos de tal mantera que ya no somos capaces de iniciar actividades porque nos abruma la espera, nos desespera el tiempo que hay que invertir hasta conseguir un logro. Estamos desarrollando una auténtica imposibilidad para esperar, sólo tiene valor lo rápido, lo inmediato.
Esta impaciencia que poco a poco se va cronificando, acaba provocando una sensación de descontrol en nuestras vidas. Vivimos en una cultura del "no hay tiempo que perder". El obsesivo control asociado a la impaciencia es una forma de pensar ansiosa que no entiende de los procesos que requiere la vida en general. Lo que nos hace vivir a un ritmo frenético, vivimos con los plazos, fechas, tiempos y límites pisándonos los talones. Es tal la lista de cosas en espera, que cualquier mínimo parón en el devenir natural de las cosas nos saca de nuestras casillas. Todo lo queremos para ayer" poniendo muchas veces en la línea de fuego nuestra salud física y mental.
Por el contrario la paciencia es el ejercicio de la espera, sabiendo esperar a que las cosas ocurran de forma natural, sin forzarlas, sin presiones. La paciencia es la capacidad para tolerar una determinada situación sin experimentar nerviosismo, perder la calma, ni perturbarse por la espera.
Conviene pararse de vez en cuanto a recordar que las cosas tienen sus propios tiempos, y que añadirles nuestra prisa y ansiedad, no va a conseguir que se aceleren los ritmos necesarios.
Noreen Herzfeld, catedrática de Ciencias Informáticas de la Universidad Saint John, Minnesota, aseguró: "La gente no puede ser 'multitarea'. El cerebro es incapaz de concentrarse en varias actividades a la vez". Y añadió: "Con el tiempo, hacer distintas cosas simultáneamente agota nuestra capacidad de concentrarnos, de prestar verdadera atención. Eso va desgastando cualidades como la paciencia y la perseverancia, así como el sentido común y la habilidad para resolver problemas".
Lo bueno es que la paciencia puede desarrollarse igual que cualquier otro hábito, asi que quizá nos convenga cultivar un poco más la paciencia en un mundo impaciente, para ello podemos empezar por la aceptación de que las cosas suceden con un ritmo distinto al que esperamos o deseamos.
"Tu mente contestará a la mayoría de las respuestas si aprendes a relajarte y esperar por la respuesta". William S. Burroughs