"La gente pensaba que todos los cisnes eran blancos. Que los cisnes negros no existían. Por tanto, encontrar un cisne negro se consideraba imposible. Sin embargo, sucedió. Se encontró un cisne negro"
Esta metáfora viene a decirnos que los sucesos altamente improbables pueden llegar a suceder. Dichos eventos totalmente inesperados, suceden sin que nadie los haya predicho y tienen un gran impacto en presente y futuro.
Nassim Taleb, ensayista e investigador, se presenta a sí mismo como un pensador de la incertidumbre, es el responsable de la teoría del cisne negro. El cisne negro no es habitual. Es raro. Poco probable, pero sucede. Afirma que "nunca se debe tomar como fijo o inamovible el peor escenario posible, porque la historia demuestra que siempre puede llegar otro todavía peor".
Los cisnes negros son eventos que se dan sin que los esperemos y nos cambian para siempre. Taleb sostiene que el mundo está dominado por el impacto de eventos raros, imprevistos, azarosos, altamente improbables y sin embargo con un grado de influencia que lo cambia todo a posteriori.
Aunque esta teoría como muchas otras, tiene sus detractores, lo que aquí nos interesa es tomar el planteamiento como punto de reflexión.
Lo que es incuestionable es que vivimos haciendo conjeturas continuas acerca de cómo los eventos se desarrollarán, y a pesar de ello, todos hemos podido comprobar como nuestra capacidad predictiva falla una y otra vez, ya que aparecen elementos, escenarios, actores, etc. totalmente inesperados, que lo cambian todo.
Esto nos ratifica que la certeza es altamente improbable. En general muchas teorías afirman que lo único verdaderamente cierto es la probabilidad. Esto que a priori puede desencajarnos un poco, por el contra nos libera, ya que desde el comienzo parte de la aceptación de que es posible que los eventos discurran de forma no prevista por la aparición de un posible cisne negro.
La teoría del cisne negro afecta especialmente a los procesos de toma de decisiones. Cuando afrontamos decisiones importantes o trascedentes le damos mil vueltas intentando controlar todas las variables para que nada se nos escape. La certeza de que no aparecerá un cisne negro no existe, ya que, aunque los cisnes negros no van apareciendo de forma continua, por ser eventos poco probables, si son posibles.
Debemos decidir con la idea de probabilidad. Cada paso y acción que damos incrementa la probabilidad de algo, aunque no la certeza. Casi cada decisión transcendente de nuestra vida es una apuesta en la que confiamos que no aparezca un cisne negro que lo cambie todo.
Por cerrar, retomo el planteamiento inicial de Taleb: "la naturaleza humana tiene tendencia a la reducción a la hora de interpretar el mundo, lo que puede hacernos olvidar fuentes de incertidumbre que pueden tener consecuencias que quizá no podamos ni quiera especular". "El homo sapiens somos máquinas de autoengaño."
Y haciendo honor a esta tendencia reduccionista que parece ser inherente a la naturaleza humana, me quedo con la idea de tomar en consideración que la incertidumbre y hasta aleatoriedad forman parte del devenir de los hechos, a pesar del deseo de control, comprensión y explicación que también caracteriza a la naturaleza humana.