"Cuando tenemos mucho dinero y mucho tiempo para solucionar un problema, el nivel de conflicto es cero. Pero si hay poco tiempo y escaso dinero, la cosa se complica".
Llevamos ya un tiempo en el que es fácil observar como las presiones y exigencias a las que estamos todos sometidos nos llevan a estar con los nervios a flor de piel, lo que provoca que cualquier contratiempo, exigencia, demora, apremio, dificultad, etc. conlleva un enfrentamiento o confrontación. Cada vez somos menos tolerantes, cualquier circunstancia adversa se convierte en una dificultad insalvable y en un cuestionamiento de nuestro interlocutor, sus capacidades, posibilidades, intenciones, actitudes, etc.
Seguramente la exigencia de resultados con menos recursos personales y presupuestarios tiene bastante que ver. Pero, aun así, el estrés y la presión añadida no hacen más que complicar las cosas.
Tal vez se nos ha hecho un poco de "bola" con la tolerancia, la comprensión y la disculpa. Por el contrario, dominamos la exigencia, el cuestionamiento, la duda, la presión. Circunstancias que lejos de solucionar problemas o incidencias, sólo conducen a la crispación. Sacar proyectos adelante a base de cuestionamientos, reproches, exigencias extremas, además de difícil, es enormemente desgastante y frustrante para todas las partes implicadas.
Creo que es cada vez más clave trabajar en habilidades que más que "soft" yo llamaría esenciales, relacionadas con la tolerancia, a todos los niveles, la capacidad de manejar las propias frustraciones y ansiedades si arrojarlas como dardos envenenados a quienes nos rodean, la capacidad de no esparcir y proyectar nuestro propio estrés como un aspersor, la capacidad para encontrar y centrarnos en lo que va bien y funciona, sin ser auditores constantes en busca del fallo y del error.
Esta situación de urgencia y amenaza constante que vivimos requiere y requerirá potenciar este tipo de competencias. Aprender a trabajar bajo presión manejando la sobrecarga de tareas o la urgencia de su ejecución. No puede eliminarse del todo el estrés, pero sí pueden aumentarse las habilidades para sobrellevarlo. La clave es cómo reaccionamos frente a los estresores, no cuáles son. Es fundamental responder de manera objetiva, midiendo la amenaza real que representa una tarea o persona, la desproporción no sólo no ayuda, sino que generalmente tiende a amplificar el problema.
Creo que deberíamos hacer un esfuerzo e incluso un sobreesfuerzo por cultivar las formas, sin prescindir de los objetivos propios, pero auditando nuestros comportamientos y su proporcionalidad con relación a lo que queremos conseguir y lo que perdemos con determinadas actitudes en el camino.