“La gente nunca parecía darse cuenta de que al ganar tiempo había otra cosa que perdían”. Michael Ende (Momo)
Los objetivos y propósitos de principio de año suelen ser algo recurrente durante cada comienzo de año. Uno de los objetivos perpetuos suele ser tomarse las cosas con calma, menos estrés y más vivir el momento. Objetivos ambiciosos donde los haya.
Superar esa sensación de urgencia que nos lleva a no esperar ni las demoras más obvias e inevitables es todo un reto. Vivir el momento hoy en día, es un reto extraordinario. La prisa se ha convertido en una forma de vida, y el estrés, es uno de los males necesarios de nuestro ritmo tan acelerado. Todo debe suceder hace un minuto, esperar y dar tiempo se ve completamente anulado por la urgencia de pasar a lo que está por venir, para sumarse de nuevo a este carrusel tóxico. Vivimos ajenos a nuestros ritmos y ciclos naturales. Nuestro mundo, la sociedad de consumo estimula la gratificación inmediata de nuestros deseos y potencia la impaciencia.
Para ayudarnos a darnos una pausa, y afirmarnos en nuestro compromiso de vivir sin urgencia podemos echar mano de la leyenda de los "Ahoras". Cuenta esta leyenda que hace muchas épocas los humanos caminaban y vivían junto a unos pájaros llamados «Ahora». Permanecían junto a ellos día a día con su canto en sus cabezas y su plumaje junto a sus cuerpos.
Cada vez que los humanos veían un paisaje bonito, conversaban con alguien o simplemente disfrutaban de los eventos cotidianos el "ahora" les daba un picotazo en la cabeza y cantaba, entonces las personas tomaban consciencia de ese momento y guardaban el recuerdo. Disfrutaban el presente y eran felices.
Los "Ahoras" se alimentaban de las emociones que aquellos momentos causaban y conseguían que los humanos disfrutaran de vidas más satisfactorias. Sin embargo, llegó un día en el que algo cambió y las personas empezaron a convivir con otras aves, una de plumaje negro (el antes) y otra de plumaje blanco (el después), y poco a poco los "ahora" fueron desapareciendo.
Aunque el final resulta algo dramático, cuenta la leyenda también, que todavía pueden recuperarse los "ahoras". Lo mismo que una flor no crece más rápido por mucho que tiremos de ella, puesto que la naturaleza tiene su tiempo y su ritmo, si concentramos de nuevo la mirada en el momento presente, sin apresurarnos, es posible volver a sentir el picotazo de los "ahora".
Y por si las leyendas se alejan de nuestro sistema de pensamiento, y somos más de datos, hay un estudio que se realiza en una ciudad neozelandesa desde el año 1972 que observa los progresos de los 1.037 bebés que nacieron en la ciudad en ese año. Se han ido observando parámetros que tienen que ver con la paciencia, perseverancia, concentración, superar la frustración y el control de los propios impulsos durante la infancia, la pubertad y la edad adulta.
La conclusión de este estudio es que las personas que en su infancia mostraban una mayor capacidad de autocontrol, son también las que en su vida adulta tienen mejor salud, menos problemas y mayor estabilidad económica y personal. Todo ello independientemente de su nivel de inteligencia y del estatus social de su familia.
Objetivo por tanto: "Aprender a calmar nuestros pensamientos y dejar de obligarnos a responder ante todo como si no hubiera un mañana".