El Informe Ipsos Global Advisor on Global Happiness 2019, elaborado en 28 países sobre las fuentes de felicidad, considera que los españoles somos los más infelices.
Pese a que muchos, considerado de una forma objetiva, tenemos unas condiciones que nos permitirían ser razonablemente felices, el resultado patente en que no hay una relación de equilibrio entre la felicidad experimentada y dichas condiciones.
La pregunta surge, ¿qué es lo que pasa entonces?. Si todos anhelamos la felicidad, y si tenemos esos mínimos, porqué seguimos sintiéndonos insatisfechos, frustrados, estresados, deprimidos, ansiosos, en fin...
Podríamos escribir largo y tendido sobre las diferentes motivaciones que nos llevan a tal situación, pero por resumirlas en un titular todas estarían bastante relacionadas con "la mala gestión emocional". Las personas a pesar de todo lo que hemos evolucionado, somos especialistas en hacernos infelices gracias a la mala gestión que hacemos de nuestros procesos emocionales y a la interpretación y valoración que hacemos de nuestro mundo.
Esta mala gestión emocional tiene en su base comportamientos tan perjudiciales como:
- Hiperpreocupación: en nuestro afán de controlar todo y que las cosas salgan según nuestros propios esquemas, hemos adaptado un modus vivendi consistente en preocuparse por dar solución a todos los problemas, incluso mucho antes de que estos aparezcan. Damos vueltas y mas vueltas a las cosas con el objetivo de controlar y evitar que algo se escape a nuestro control. Los científicos han demostrado que tenemos una gran necesidad de tener el control de todo lo que nos sucede, hecho que resulta no solo improbable sino bastante imposible.
- Querer siempre un poco más: vivir centrados en el concepto más nos pone en el foco de la insatisfacción. No disfrutamos de aquello que tenemos y tampoco saboreamos los logros alcanzados, porque una vez que hemos llegado a ese punto, queremos nuevamente más y vamos encadenando necesidades auto creadas y deseos, con lo que la situación de satisfacción es inalcanzable, siempre hay más por conseguir.
- Miedo a sufrir: si bien el sufrimiento forma parte de la vida, hemos llegado a construir una ilusión de llevar una vida ausente de sufrimiento, centrada en la satisfacción y el bienestar, lo que nos genera una gran ansiedad de anticipación ante la posibilidad de que el sufrimiento se convierta en algo real, y entonces se produce la gran paradoja de que el miedo a sufrir en un futuro nos provoca un gran sufrimiento en el presente.
- El apego infinito: el miedo a la pérdida y al cambio es un gran motivador de infelicidad, queremos retener y mantener el estatus alcanzado y nos tiranizamos en su perpetuación, sin considerar que la vida en si misma es cambio, transformación y evolución continua.
Estos son solo algunos de los saboteadores de nuestra felicidad. Continuaremos en próximos posts identificando otros factores sobre los que nos anclamos pensando de forma ilusoria que nos acercan a la felicidad, cuando en realidad lo que hacen es alejarnos cada vez más.