Si un día miramos atrás, ¿podemos decir que hemos invertido nuestro tiempo en lo que realmente es importante?
El tiempo es oro. Es oro porque, como todas las cosas valiosas, es limitado y, además, en este caso, irrecuperable. Por este motivo, saber aprovecharlo es toda una ventaja y, por esa misma razón, los cursos de gestión del tiempo están cada vez más demandados.
En esos cursos, una de las primeras cosas que nos enseñan es que, dado que los días tienen 24 horas y no podemos hacer nada para modificar eso, es imprescindible organizarse bien. El primer paso es establecer prioridades y distinguir claramente lo importante de lo urgente.
Todos conocemos esa matriz que nos dice que lo urgente pero no importante deber ser delegado, que si algo no es importante ni urgente, debemos desestimarlo, que lo importante pero no urgente hay que planificarlo y que, lo primero en nuestra agenda debe ser lo importante urgente.
Esto lo tenemos muy claro, la mayor dificultad surge, entonces, a la hora de establecer esas denominaciones. Qué es lo urgente puede estar un poco más claro, al fin y al cabo, las fechas límite son un criterio bastante objetivo.
Más difícil es establecer qué es lo importante. ¿Qué criterios determinan qué es lo importante para nosotros y qué no lo es tanto?
Profesionalmente muchas veces esas prioridades nos vienen marcadas desde arriba. Otras, somos nosotros los que debemos decidir. Y para ello es necesario que valoremos distintos aspectos: qué espera el cliente, qué cliente es el más relevante para la empresa, qué proyecto es más importante para el cliente, qué paso permite al proyecto seguir adelante y cuál lo paraliza, etc.
Como en el caso de la urgencia pueden existir criterios más o menos objetivos. Pero, ¿qué pasa cuando hablamos de las prioridades personales? ¿Qué es lo importante en mi vida? ¿Hasta qué punto le dedico el tiempo que debería a eso que es importante? ¿Hago lo que es importante primero o lo dejo relegado ante tareas más urgente o aparentemente más relevantes?
Es fundamental que en la vorágine de nuestro día a día, hagamos un alto para valorar nuestras prioridades, lo que es realmente importante, y así podremos dedicarle el tiempo y el momento que se merece porque, si no lo hacemos, el día que intentemos recuperar ese tiempo perdido, nos daremos cuenta de que es una tarea imposible.
La siguiente historia puede parecer un poco "sensiblera", pero refleja de forma muy gráfica cómo a veces perdemos el sentido de la prioridad y lo que es importante en la vida, pensando que a lo que le estamos dedicando el tiempo es lo importante y cómo, cuando menos lo esperamos, quien menos lo esperamos puede ayudarnos a centrarnos.