La dimensión emocional en la empresa II.¿Estamos preparados?

Vivimos tiempos inciertos, lo que no sólo nos desconcierta y angustia, sino que incluso nos paraliza.

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Nuria Fernández López

La ansiedad y la preocupación por la situación actual es casi universal. Muy pocos son los que se libran de pensamientos negativos y preocupaciones, principalmente relacionados con la salud, pero también acerca de su incorporación a sus puestos, preocupaciones acerca de si la seguridad será suficiente, si están volviendo a trabajar antes de tiempo, preocupaciones por el futuro de la empresa, por la estabilidad de su puesto de trabajo, etc.

Es difícil manejar este tipo de pensamientos ya que en muchas ocasiones se presentan de forma automática. No tener respuestas inmediatas, la espera en general, nos crea ansiedad.

El Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo menciona algunos aspectos de los riesgos psicosociales relacionados con el coronavirus que las empresas deben tener en cuenta. Entre ellos, recomienda a las compañías que expliquen a sus trabajadores que la situación actual "puede provocar un impacto emocional", que "el miedo y el estrés son reacciones normales en este momento y que cada persona lo vive con una intensidad distinta". También alienta a las compañías a promover el bienestar emociona.

El entorno laboral tiene que dotarse de herramientas que faciliten la estabilidad emocional, lo que puede conseguirse cambiando la forma de organizar el trabajo, la comunicación o creando un clima emocionalmente saludable.

La figura del líder es clave también es estos casos, han de familiarizarse con las señales de angustia emocional, dedicar más tiempo para comunicarse con sus empleados y ayudar a los miembros del equipo a comprender qué está y qué no está bajo su control. Sentir que hay cosas que escapan a nuestro control nos hace sentir vulnerables.

Muchas empresas ya han empezado a incorporar programas dirigidos a capacitar en competencias emocionales relacionadas con el manejo de estrés, la ansiedad y la incertidumbre, porque en el trabajo conseguimos resultados, pero también gestionamos emociones.

«...el CI ocupa el segundo puesto, por debajo de la inteligencia emocional, para un desempeño laboral sobresalienteDaniel Goleman. La competencia " inteligencia emocional" como capacidad de percatarse de los propios sentimientos, así como de los de los demás, y gestionarlos de forma eficaz, que ya era foco de muchas organizaciones, está cobrando mayor relevancia e impacto por el complicado momento que estamos viviendo.

 

Las emociones determinan el nivel de rendimiento de que somos capaces, en estado de equilibrio o desequilibrio emocional, así como qué tipo de relación mantendremos con nuestros subordinados, con nuestros superiores o con nuestros pares . Las emociones determinan cómo respondemos, nos comunicamos, nos comportamos y funcionamos en el trabajo. La apuesta por implantar programas de gestión emocional en la empresa, va a permitir anticipar las posibles reacciones y comportamientos problemáticos que aparecerán en los equipos si aumenta el estrés  o si el espacio de trabajo no se siente como un lugar seguro.

La capacidad de sintonizar y manejar adecuadamente los sentimientos propios y ajenos, está en el punto de mira de muchas organizaciones que ya demandan programas dirigidos a comprender como las emociones afectan al comportamiento, a fin de minimizar el impacto que su falta de gestión supone para las personas, los equipos y las propias empresas. Fomentando estilos de liderazgo y relaciones que minimicen la vulnerabilidad que la actual situación está suponiendo y el desarrollo de las habilidades de afrontamiento que ahora resultan críticas para mantener un comportamiento emocionalmente saludable.

 

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