La pandemia está suponiendo una transformación y evolución de las organizaciones y de las personas que las conforman.
Vivimos más que nunca, en un momento de incertidumbre absoluto que nos afecta en todas las dimensiones, personales, profesionales, relaciones, de salud.
A nivel laboral, la gestión de personas ha demostrado ser clave durante las primeras fases de la pandemia (confinamiento, teletrabajo y recuperación de la actividad) y lo será todavía más en los complicados meses que nos esperan. Estamos ante un panorama incierto y de duración indeterminada.
La crisis sanitaria trajo consigo muchos cambios para las empresas, los cuales directamente impactan en las personas, en su motivación, seguridad, compromiso, rendimiento, etc.
En cuanto a lo que las personas y su gestión se refiere, todos los datos apuntan hacia algo que por otro lado ya venía evidenciándose, las competencias llamadas blandas, las soft skills, serán claves para responder a las nuevas dinámicas de los equipos y del mercado laboral. La situación actual ha incrementado la demanda de perfiles con fuertes habilidades blandas como liderazgo, motivación, inteligencia emocional, resiliencia, creatividad, adaptación, etc. Puesto que se convierten en imprescindibles para mantener a los equipos inspirados y enfocados en continuar desempeñándose con un alto o aceptable rendimiento.
Aunque estas habilidades ya son la dinámica habitual de trabajo en muchas organizaciones, el nuevo escenario potencia la necesidad de fortalecer las competencias y habilidades de cada colaborador, para que la productividad y continuidad de la empresa se mantenga estable a pesar de la crisis.
Cada empresa, grande o pequeña, al igual que las personas, viene adaptándose a una situación insólita, que debe aspirar a ir más allá de la mera supervivencia. La digitalización, el incremento del teletrabajo y la crisis sin precedentes impactan en la necesidad de aprendizaje, desaprendizaje y reaprendizaje continuo.
Las organizaciones se están transformando y los conocimientos que requieren los equipos evolucionan constantemente, lo que representa un reto para las áreas de recursos humanos a la hora de capacitar a sus colaboradores y así garantizar su sostenibilidad.
Y aunque la tendencia en muchos casos es mantenernos a la expectativa a ver qué pasa, la evolución de los acontecimientos, cada día nos demuestra que en esta actitud podemos "morir por parálisis" a la espera de que las aguas nos permitan una cierta tranquilidad para cruzar el río. Quizá la opción más adaptativa en este momento venga por no quedarnos mirando la orilla, sino por tomar decisiones que con los mimbres que tengamos nos ayuden a cruzar el río.
Las cosas han cambiado, ya no volverán a lo que fueron, con esta mentalidad hay que afrontar los retos que se avecinan, pero no desde una actitud de pasividad sino dando pasos al frente, que aunque no nos lleven muy lejos, nos ponen en movimiento.