El mundo de las emociones es extremadamente complejo, hasta el punto de que existe no sólo una emocionalidad individual y personal, sino que también existe una emocionalidad colectiva y transferible. Prueba de ello ha sido la gran emocionalidad contagiada durante algunos momentos de la pandemia.
Por norma general cuando hablamos de emociones nos centramos en la individualidad, pero las emociones forman parte del grupo, de hecho, muchas de las emociones que experimentamos como hemos podido comprobar, son contagio de las emociones de quienes nos rodean.
Las emociones colectivas resultan tan vitales como la emocionalidad individual. Para situarnos, entendemos como emociones individuales el miedo, la alegría, la tristeza, la ira, el asco, y como emociones colectivas la compasión, la solidaridad, la culpa, la lástima, la vergüenza, la admiración, la envidia, el desprecio.
La razón por la que a estas emociones se las denomina sociales es porque surgen en relación con otra persona, y resultan vitales para el estrechamiento de las relaciones en el grupo. Este tipo de emociones se desarrollan en un contexto de aprendizaje determinado, donde existen ciertas normas de socialización que favorecen y delimitan su desarrollo.
Toda esta emocionalidad social está relacionada con las "neuronas en espejo" que se activan cuando observamos a otros realizando un comportamiento, o cuando lo imaginamos. Se las ha denominado las "neuronas de la empatía", obviamente porque están implicadas en la comprensión de la emocionalidad del otro. Son un grupo de neuronas que fueron descubiertas de forma accidental por el equipo del neurobiólogo Giacomo Rizzolatti y que según las investigaciones están relacionadas con los comportamientos empáticos, sociales e imitativos. La función principal de estas neuronas es reflejar la actividad que estamos observando. Permiten "reflejar" la acción de otro en nuestro propio cerebro, de ahí su nombre. Estas neuronas desempeñan una función muy significativa dentro de las capacidades relacionadas con las habilidades sociales donde destaca especialmente la empatía. Gracias a ellas somos capaces de interpretar de forma automática las expresiones de los demás, permitiéndonos saber como se sienten. Después de descrifrar la expresión, se comienza a simular ese estado en la persona que se observa.
La pandemia nos ha obligado a mirar desde una perspectiva muy diferente a la que estábamos acostumbrados. En un momento donde todo lo que experimentamos desde hace ya un tiempo, tienen una alta carga emocional, me parece importante retomar este concepto, debemos ser muy conscientes de las emociones que proyectamos, al fin y al cabo, las emociones que recibimos serán un reflejo de las que emitimos.