Confianza como proceso de influencia recíproca entre dos personas. Algunos aspectos importantes de la confianza en el contexto de nuestras relaciones
"Ya no confío en ella", "en seguida se gana la confianza". En estas frases se habla de confianza como un resultado, un sentimiento concreto que se experimenta o aparece en el contexto de una relación. También identificamos la tendencia a experimentar este sentimiento como una característica de la persona, "Es muy confiado". Quizás estamos menos acostumbrados a pensar en la confianza como un proceso del que podemos ser conscientes y por lo tanto hacernos cargo.
Pensar en la confianza como un proceso de influencia recíproca del comportamiento entre dos personas o grupos nos permite cambiar de discurso. Ya no hablaremos se sentir, experimentar o ser, pasaremos a hablar de construir, generar y crear. Realmente suena distinto.
Queremos revisar dos aspectos relacionados con la confianza:
- El comportamiento de una parte influye y mantiene el comportamiento de la otra. Si experimentamos desconfianza en alguna de las relaciones que tenemos con compañeros, responsables o colaboradores es muy probable que tengamos tanta responsabilidad en ello como la otra parte. Si somos conscientes de cómo nuestros propios comportamientos generan confianza con las personas con las que nos resulta fácil trabajar podremos hacernos dueños de ese proceso y exportar esos comportamientos a las relaciones que nos resultan más complejas.
- Tenemos la falsa expectativa de que confiar en otro va ligado a una sensación de confort o comodidad psicológica. Creemos que ha de ser fluido, fácil y agradable, "la relación con este colaborador fue sencilla desde el primer día". Sin embargo, muchas veces, confiar implica asumir un riesgo, cierta incertidumbre y preocupación por la posibilidad de un mal resultado. Eso sí, este riesgo es conocido, valorado y compartido por ambas partes a través de un diálogo abierto.
Necesitamos que exista confianza siempre que:
- Exista interdependencia entre las dos personas
- Ambas deban afrontar juntas momentos de cierta incertidumbre y riesgo
- Existan, aunque a veces no queramos admitirlo por el deterioro de la relación, expectativas en relación a la otra parte
Para reorientar nuestra confianza es útil revisar nuestros propios juicios sobre la otra parte, contrastarlos con los hechos y generar acuerdos y soluciones. Los juicios de la confianza son tres:
Juicio de sinceridad: consiste en juzgar que las conversaciones privadas y públicas del otro son coherentes. Para ser confiable es importante ser transparente con nuestras emociones, expresarlas, eficaz y constructivamente. Para confiar es importante que nos atrevamos a "poner sobre la mesa" las posibles incoherencias que percibimos entre lo que el otro dice y lo que revelan su voz, su cara o su cuerpo y explorar qué está sucediendo
Juicio de cooperación o competencia: consiste en juzgar que la otra persona tiene la habilidad, los conocimientos, los recursos, la información etc. para hacer aquello que ha dicho que hará. Por ejemplo: delegar en una persona que no tiene suficiente competencia no es confiar es abdicar de la propia responsabilidad.
Juicio de credibilidad: consiste en juzgar el histórico o pasado de la relación, los antecedentes o experiencias previas, las expectativas que cada parte tenía en la otra y si se han visto o no cumplidas. A veces cuando no tenemos histórico conjunto, la otra parte está proyectando en esta relación lo que ha vivido en otras similares. Es necesario conocer esas experiencias que el otro está conectando o asimilando con la que comparte ahora con nosotros.