"Si crees que puedes, estás en lo cierto. Si por el contrario crees que no puedes, también estás en lo cierto" Anthony de Mello
Cuenta una historia que hace muchos años, un hombre muy sabio llegó a una gran ciudad para difundir sus enseñanzas. Viajaba acompañado por sus fieles seguidores, y al atravesar las enormes puertas de la muralla, se le acercó un discípulo que vivía en aquella localidad.
"Maestro, debes tener cuidado. En esta ciudad te van a perseguir, insultar y demonizar", le advirtió, con cara de preocupación.
"Los habitantes de este lugar son arrogantes, y no tienen ningún interés en aprender nada nuevo. Sus corazones están llenos de desconfianza y egoísmo".
El sabio asintió, sonriente, y le respondió con tranquilidad: "Tienes razón".
Al cabo de unas horas, apareció otro discípulo del sabio que también vivía en aquella ciudad. Se acercó a él, radiante de alegría, y le dijo:
"Maestro, en esta comunidad te van a acoger con los brazos abiertos. Los habitantes de este lugar son humildes y anhelan escuchar tus palabras. Sus corazones están limpios y dispuestos a nutrirse con tu sabiduría".
El sabio asintió de nuevo, sonriente, y de nuevo afirmó: "Tienes razón".
Sorprendido por sus respuestas, uno de los discípulos se plantó delante del maestro y le preguntó:
"¿Cómo puede ser que les hayas dado la razón a los dos si te están diciendo exactamente lo contrario?"
Y el sabio maestro, impasible, le contestó:
"No vemos el mundo como es, sino como somos nosotros. Cada uno de ellos ve a los habitantes de esta ciudad según sus creencias. ¿Por qué tendría yo que contradecirles? Uno ve lo negativo y el otro ve lo positivo. ¿Dirías tú que alguno de los dos ve algo errado? No me han dicho nada que sea falso. Solamente han dicho algo incompleto".
Muchas veces identificar nuestras creencias limitadoras es el trabajo duro, puesto que la creencia no es sino un pensamiento al que nos hemos aferrado y que nos limita la percepción de la realidad que nos rodea. Al final, si nos quedamos con nuestras creencias limitadoras, o bien las identificamos y tratamos de convertirlas en creencias potenciadoras, no es sino una decisión personal.
Como decía, el primer paso para transformar las creencias limitadoras consiste en identificarlas y para ello tenemos que observar y conocer nuestras emociones. Una vez identificadas las emociones (miedo, tristeza...) el siguiente paso sería responsabilizarnos de las mismas, responsabilizarnos de la emoción que vivimos al interpretar lo que nos ha sucedido. En definitiva, para ser conscientes de una creencia limitadora, tendríamos que preguntarnos por qué creemos que hemos reaccionado de esta manera. Y a partir del aquí, el ejercicio sería cuestionar y verificar si esto que creemos es verdad.
Os pongo un ejemplo: hay personas que desarrollan un sentido de la autoexigencia por encima de la media. Se trata de personas perfeccionistas y exigentes que se enfadan cuando los demás no comparten sus mismos puntos de vista. Y ello es así porque cuando hay discrepancias, suelen sentirse criticados y juzgados por los demás y esto les crea un gran malestar interior. Si analizamos esta reacción, normalmente se trata de personas que tienen la creencia de que tienen que ser perfectos y tener siempre la razón para que los demás les acepten y les quieran. Esta creencia limitadora es la causante de que que se sientan juzgados constantemente cuando hay opiniones contrarias a las suyas.
De esta forma lo que creemos que es la realidad,no es más que una interpretación que nosotros hacemos de la realidad, por lo que cuestionar nuestras creencias nos puede ayudar a crearnos escenarios distintos y enfrentarnos a los obstáculos de formas distintas a las habituales.
¿Qué os parece si hoy mismo comenzamos a cuestionarnos algunas de nuestras creencias?
"Detrás de cualquier experiencia de malestar, se esconde una creencia falsa y limitadora" Byron Katie