Mejor vivir sin miedo

Este fin de semana me encontraba en una casa rural en un pequeño pueblo al norte de Cáceres. El domingo por la mañana habíamos salido a lo que allí se llama "a tomar los vinos" y estando sentado en un terraza ocurrió una anécdota que me hizo reflexionar y que ahora comparto en este post.

Junto a mi mesa había otra donde estaba sentada una familia, que por lo que pude observar era un abuelo con su hija y sus nietas. También en la misma terraza, aunque sentados en el suelo, estaban varios jóvenes que no se habían acostado todavía puesto que el pueblo estaba en fiestas y la noche pasada había sido la noche más concurrida.

La indumentaria de los jóvenes era un tanto peculiar. Mezcla de varias tribus urbanas (punkies, hippies, okupas, etc.) mostraban una estética bastante llamativa, que sin entrar en mayores consideraciones, lo cito ya que la apariencia física, en ocasiones, resulta más o menos intimidatoria, lo cual viene al caso de la historia.

En un momento dado pasó un vehículo por la calle, que dicho de paso, era la calle principal del pueblo. Uno de los jóvenes se levantó y, sin ningún motivo aparente, lanzó una silla de plástico contra el coche cuando éste pasaba, estando a punto de colisionar con el vehículo. Nos quedamos todos un poco atónicos e incómodos, pero nadie dijo nada. ¿Quién se atreve a decir algo?.

Al poco rato pasó otro vehículo y esta vez, el mismo joven, lanzó una caja de cerveza vacía, volviendo a errar el tiro. Pero en esta ocasión se levantó el señor que estaba al lado de nuestra mesa. El señor, jubilado, de unos 65 años se dirigió al grupo de jóvenes en general y al joven agresivo en particular el cual le sacaba como 2 cabezas y cuya constitución era bastante grande.

Mirándole a los ojos le dijo: "Eres un sin vergüenza y un gamberro. ¿Cómo te puedes comportar así? Si no sabes estar como las personas lárgate de aquí ahora mismo."

El joven, refunfuñando y con una actitud altiva se refugió con el resto de la pandilla. Cuando el abuelo se sentó con su familia, su hija, le dijo "Pero déjalos, ¿no ves que luego pueden ir por detrás y hacernos algo en los coches o en la casa?" Su padre le miró y le dijo: "Tienes razón hija, pero es que yo no puedo soportar ver algo así y no hacer nada. No puedo."

Y tras asistir a esta situación pensé: Qué liberador es vivir sin miedo. Porque más allá de las lecturas que pueda tener la anécdota, lo que más me impactó es que la persona mayor actuaba sin miedo. Sin miedo a ser agredido por los jóvenes, sin miedo de recibir posteriormente una venganza, sin miedo a nada. Solamente quería proteger y defender el derecho de los demás a ser respetados.

Qué maravilloso es poder vivir sin miedo.

Os dejo está canción de Rosana