Los estados de ánimo son tan contagiosos que podemos cambiar sólo con percibir un ceño fruncido o una leve sonrisa.
Seguro que más de uno os habéis quedado un poco sorprendidos con el título de este post. Y es que este fin de semana leyendo un libro sobre emociones, y tratando el tema del contagio emocional, algo que a mi personalmente me apasiona, indicaba que nuestra expresión facial desencadena los sentimientos que exhibimos. Así por ejemplo, el hecho de colocar un lápiz ente los dientes nos obliga a esbozar una sonrisa que acaba, evocando el correspondiente sentimiento positivo. La verdad es que no puede evitar probar, y es cierto que después de la correspondiente incomodidad y ridículo, y mis hijas preguntando: ¿qué haces así mama?, al llevar un rato con el lápiz entre los dientes, si notas como algo va cambiando.
En el mismo libro también se indicaba que Edgar Allan Poe decía: " cuando quiero saber lo bondadosa o malvada que es una persona, o qué es lo que está pensando, reproduzco en mi rostro, lo más exactamente que puedo, su expresión y luego aguardo hasta ver cuáles son los pensamientos o sentimientos que aparecen en mi mente o en mi corazón que equivalen o se corresponden con esa expresión".
Intuitivamento todos conocemos el fenómeno del contagio emocional: estar con personas alegres, acaban haciéndonos estar alegres, y estar con personas tristes, pues lo mismo. Sin embargo, esto va un poco más allá, ya que indica que el contagio se produce a nivel de las propias expresiones faciales, aunque no se diga nada.
Este hecho es muy importante, ya que si somos conscientes de nuestras propias expresiones podemos también orientarlas para conseguir generar en los demas determinados sentimientos.
Parece que existen bastantes evidencias de que nuestro sistema nervioso transmite todos los estados de ánimo a la musculatura facial, evidenciando nuestros sentimientos. Este despliege emocional es automático e inconsciente, por lo que su represión exige esfuerzo deliberado y consciente, y aunque engañemos a nuestro rostro, nuestra tasa cardíaca varia, o nuestra presión arterial aumenta. Son los detalles en los que se basan las controvertidas "máquinas de la verdad".
Sin embargo no quiero ir por esta vía, mi reflexión va más en la línea del contagio de emociones positivas, para que las personas que tenemos a nuestro alrededor nos devuelvan lo mismo. Si nos levantamos esbozando una leve sonrisa, si nos miramos y sonreímos, si salimos de casa con la misma sonrisa, si llegamos a la oficina con esa sonrisa al final se acaba produciendo el fenómeno del "lápiz entre los dientes", y acabamos sintiendo lo que nuestra cara está reflejando, y lo bueno es que las personas con las que interaccionemos se relacionaran con nosotros desde la sonrisa que están percibiendo. Lo cual será infinitamente más positivo y recompensante para las dos partes.
¡i¡ Le damos la vuelta a la tortilla, no nos sentimos felices y sonreímos, sino que sonreímos y nos sentimos felices !!!!
POR PROBAR