No, el signo de admiración que abre el título de este texto y el signo de interrogación que comparte al final, no son fruto de un error. Con permiso de la Real Academia de la Lengua Española me permitiré esta pequeña licencia lingüística para comenzar esta pequeña reflexión que se produce a causa de algo que me sucedió el pasado 6 de enero y que me sorprendió profundamente.
El día de Reyes, después de un día repleto de regalos y de comidas familiares, encendí mi ordenador unos minutos antes de medianoche, para consultar mi correo y leer algún periódico.
Mientras las páginas se cargaban y la bandeja de mi correo electrónico se iba llenando de felicitaciones navideñas tardías y algún que otro mensaje de publicidad. Decidí conectarme al "messenger"; al fin y al cabo estás fechas son perfectas para retomar el contacto con muchos de esos antiguos amigos que a causa de las prisas y de nuestros ritmos de vida uno no puede ver siempre con la frecuencia que desearía.
Entre los contactos que se encontraban conectados estaba una amiga del instituto con la que hacía bastante tiempo que no hablaba. Después de las consabidas felicitaciones del año y de un breve resumen de las Navidades, empezamos a charlar poniéndonos al tanto de nuestras vidas.
Cuando quedaban pocos minutos para la medianoche, mi amiga, se disculpó y me dijo que no podía continuar con nuestra conversación; cuando le pregunté la causa de ese cambio repentino, su respuesta me dejó bastante sorprendido: a las doce en punto de la noche, una conocida multinacional española dedicada al sector textil -no daremos aquí su nombre porque no nos dedicamos a la publicidad y probablemente visto su éxito ellos tampoco necesiten esa publicidad- comenzaba las rebajas de invierno en su reciente tienda online y no deseaba perder la oportunidad de elegir los productos que deseaba sin tener problemas para encontrar los colores o tallas que deseaba.
A mi cabeza fluyeron inmediatamente todas esas imágenes de muchedumbre agolpadas frente a la puerta de los comercios esperando su apertura con las que durante muchos años han abiertos los informativos de televisión cada 7 de enero, mientras una voz en off nos narraba: "Ya están aquí las rebajas, y todas estas personas no desean perder la oportunidad de realizar sus compras a unos precios mucho más asequibles que durante el resto del año".
Resulta curioso, ¿verdad? A pesar de tantos cambios y adelantos, las personas seguimos siendo iguales y continuamos haciendo las mismas cosas, aunque hayamos cambiado en las formas, en el fondo somos los mismos.
Desde hace unos años, la cantidad de felicitaciones navideñas que llegan a mi buzón se ha reducido drásticamente, pero ahora en su lugar, me llegan al correo electrónico o a facebook.
He podido inscribirme en un par de cursos y consultar varias lecciones y tutoriales a las que por falta de tiempo, de otro modo no hubiese tenido acceso.
O incluso, gracias a una conexión de internet de banda ancha y las videoconsolas de última generación puedo seguir viendo mi partido de fútbol semanal mientras hablo, con uno de mis mejores amigos que vive en Londres.
Es indudable que la red de redes ha sido uno de los grandes avances del último siglo y que para bien o mal, ha cambiado nuestra forma de hacer las cosas. En contra de lo que algunos de sus detractores puedan achacarle: una supuesta deshumanización de las relaciones sociales, debo decir que durante todos estos años, mi experiencia como internauta ha sido muy positiva, y casi siempre he obtenido las respuestas o soluciones que necesitaba de una manera rápida y sencilla. Creo que mientras que sea la tecnología la que esté al servicio del ser humano, y no al contrario la deshumanización de la red no será un problema del que haya que preocuparse.
Supongo que así han pensado muchos de nuestros amigos y clientes que han recurrido a nosotros para colaborar conjuntamente en tantos y tantos proyectos de formación blended y formación online.
En una sociedad como la nuestra, que se mueve tan deprisa y que se haya en un constante movimiento y cambio se hacen necesarias respuestas firmes, rápidas y evolucionadas como solo las aplicaciones web 2.0 pueden ofrecernos, aplicaciones basadas en la colaboración, las comunidades web, las redes sociales, los blogs, videowebs, wikis, etc.
Desde el grupo FINSI siempre hemos apostado por las nuevas tecnologías para difundir y compartir el conocimiento, y con el año recién comenzado, nos apetecía echar la vista atrás y poder ver cuánto hemos cambiado. La reflexión nos ha mostrado que a pesar de la incorporación de nuevas herramientas y tecnologías trabajamos siempre adaptándonos a las mismas e intentando sacar el máximo partido para poder ayudar a nuestros clientes, todo ello con la misma dedicación e ilusión que el primer día.
Espero que este nuevo año venga repleto de crecimiento personal y, porque no, de nuevos avances que hagan nuestra vida un poco más cómoda y nuestro trabajo mucho más eficiente.
Ah, por cierto, por si a alguien le interesa, mi amiga pudo encontrar toda la ropa que deseaba comprar, en su color y talla justa, sin un solo problema. Así que, gracias al sabio refranero español, la segunda moraleja que podemos sacar de esta historia es que "al que madruga, dios le ayuda".