Recuerdo un cuento que me contaron hace tiempo de un Rey que mandó llamar a sus cartógrafos para que le hicieran un mapa de todo el reino. Los cartógrafos, una vez finalizada la tarea, le presentaron un mapa, dibujado en un pergamino donde se veían la fronteras del reino, las montañas, ríos, llanuras, etc. Al Rey le impresionó, pero no quedó conforme porque había algunos detalles que no se mostraban en el mapa y le gustaría ver. "Majestad, para ver esos detalles, tendremos que hacer el mapa más grande". "No importa - dijo el Rey - Quiero ver esos detalles". Le volvieron a presentar el mapa nuevamente, pero esta vez, tuvieron que utilizar un gran salón, de tan grande que era el mapa. "Estupendo. - dijo el Rey - Pero desde aquí no puedo apreciar ciertas cosas. Quizás debería ser más grande". Y así, los cartógrafos iban y venían y cada vez el mapa era más grande.
Tales fueron las dimensiones del mapa, que finalmente, el mapa era tan grande como el propio Reino y al desplegar el pergamino, cubrió todo el reino, porque el tamaño de las montañas en el mapa era igual que el de las propias montañas.
Me ha venido a la mente este cuento pensando en la cantidad de información de la que disponemos hoy en día a través de internet. En la primera época, cuando descubrimos que el "guardar no ocupaba lugar", era emocionante ir recopilando información. No había que decidir entre "¿cuál me quedo?". Simplemente lo guardo todo. Y luego vinieron los usb, y los discos duros portátiles y los megas, y los gigas y los teras!!! Y ya teníamos toda la información del mundo. Carpetas, subcarpetas, sub-subcarpetas, y una profundidad de carpetas de media hora haciendo clic. El "Síndrome de Diógenes Digital" nos llevó a recopilar toda la información que podíamos.
Ocurrió entonces que no encontrábamos lo que buscábamos, teníamos demasiado, imposible consultar, leer, ver o escuchar, todo lo que teníamos. Nuestro mapa era tan grande como nuestro reino.
Y vino internet, y comenzamos a apuntar páginas web con información interesante, añadir a favoritos, apuntarnos a RSS, etc. Y vuelta a empezar. Otra vez nuestro mapa igual de grande que nuestro reino.
Y llegaron los buscadores. Ellos se encargan de indexar todo el contenido. Y nosotros nos despreocupamos de guardarlo. Cuando quiero algo lo busco. Hay que saber buscar, pero finalmente encuentras todo o casi todo. Y dejas de guardar, de archivar. Cuando lo quieres lo buscas.
Y poco a poco vamos cambiando nuestros hábitos respecto a la información. Aspecto muy importante cuando nos planteamos comunicar "algo". ¿Cómo lo van a recibir los demás?.
Usar y tirar. No hace falta almacenar, ni reciclar. Cuando quiero una información la busco, la encuentro, la uso y la olvido. Porque tenemos la experiencia que de que hay mucho de todo y fácil de encontrar. ¿Para qué guardar la información? Bien sea un artículo, una opinión una página web, una oferta, un proveedor, un "lo que sea". Vuelvo a comenzar. Me conecto a Google o a cualquier otro buscador. Tienes una oportunidad para aparecer en la primera página. No voy a mirar en la segunda. Si acaso, vuelvo a hacer una búsqueda.
No quiero tener un mapa de todo el reino. No me interesa. Solamente necesito lo que quiero en ese momento. No veo las opciones y eligo. Busco lo que quiero y espero el resultado. Lo uso y lo tiro.