El miedo es una sensación, una expectativa de lo que puede ocurrir que nos impide hacer algo para que "no ocurra".
Aquí sentado, esperando a que el médico la enfermera me cure la herida (nada grave) consecuencia de mi última caída en la bici. Uff! Siento nervios (¿miedo?) al anticipar el daño que me va a hacer. Y otra vez con el miedo.
En mi anterior post (Pensaba que era valentía. En realidad era ceguera) precisamente hablaba de la estrategia para aprender a no caerte. Pues al día siguiente de escribir ese post, salí despedido de la bici yendo a parar al suelo porque al encontrarme con una zanja tuve miedo y me dispuse a cumplir todos los requisitos necesarios para caerte en esa situación.
A pesar de haber estado entrenando y practicando, justo momentos antes, cómo vencer ese tipo de situaciones, cuando llegó el momento sentí miedo. Frené. No fui decidido. Sabía lo que debía hacer y cómo debía hacerlo pero me invadió el pánico y perdí impulso. La rueda se quedó clavada y yo salí despedido.
Me levanté del suelo. No me hice daño. A penas unas rozaduras si importancia. No paso nada terrible. Es más no le tengo miedo a esas caídas. ¿Entonces? ¿A qué tengo miedo? Cuando ocurre lo peor (caídas bastante habituales) no son traumáticas. Si supiera con seguridad que iba a tener esa caída, no tendría miedo. Es bastante asumible.
¿Qué es el miedo realmente? El miedo es una sensación, una expectativa de lo que puede ocurrir que nos impide hacer algo para que "no ocurra". Desde luego es un buen sistema de prevención. Pero una vez puestos en faena, el miedo no ayuda. Entorpece. O lo haces o no lo haces. Pero una vez tomada la decisión no puedes paralizarte.
Luego, reflexionando sobre otras situaciones observo que ha sido una constante. Desde luego, en la mayoría de las caídas, la causa principal ha sido el miedo a la caída que me hizo ser poco decidido, perder fuerza e impulso, perder la confianza en mí y como consecuencia perder las riendas y el control de la situación. "¡Ay, ay, ay, que no me caiga!" no es la mejor estrategia para salir airoso.
Como la experiencia no es traumática, después del incidiente volvía a salir (no me dejó secuela, al parecer). Ayer me monté en la bici, con mi herida vendada y pensando: "Qué bien que no me afecte y pueda seguir saliendo en bici sin miedo". Pero no fue cierto. Ayer pasé más miedo que anteriormente. Ahora tengo más miedo. Tengo miedo en situaciones en las que antes no lo tenía, ni siquiera las evaluaba como potencialmente peligrosas.
El miedo se está generalizando (siguiendo el protocolo de comportamiento del ser humano, con lo que soy normal). La cuestión es que ayer aumentaron las probabilidades de caerme. Es más, cuánto más inseguro iba más inestable, más "casi me caigo" y más miedo. "Uff, que mal lo pasé bajando el puerto". Pero no es la bajada del puerto la que consolida el miedo. Es el valle, es la calma después de la tormenta. Es el sentimiento de seguridad, de haber evitado el peligro lo que hace aumentar el miedo, el no volver a querer estar en peligro.
Un situación continuada de miedo, más o menos manejable, hace que nos habituemos a ella. Pero una situación de miedo, seguida de una de calma que ha logrado evitar el miedo, es en sí misma, la que potencia el miedo.
Mañana volveré a salir. Me enfrentaré, nuevamente, a las situaciones que ayer me dieron miedo. Comenzaré por las más sencillas hasta que me sienta cómodo y vaya recuperando la confianza perdida. Después iré, progresivamente, afrontando las más peligrosas hasta ir superando el miedo, ir afrontando retos mayores.
Si me caigo, volveré a empezar.