A veces durante las vacaciones nos embarcamos en un recorrido desenfrenado por intensas experiencias y a penas dejamos espacio para el vacío y el descanso. ¿Y tú? ¿Qué vas a hacer estas vacaciones?
El verano ya está aquí y las vacaciones se esperan con los brazos abiertos, pero antes de marcharnos hay que dejar todo cerrado para desconectar con la tranquilidad de haber dejado hechas las tareas pendientes.
A estas alturas, las vacaciones son el tema y la pregunta estrella del momento, ¿cuándo coges vacaciones?, ¿qué vas a hacer en vacaciones? Nuestro cuerpo las reclama y nuestra mente las vislumbra en el horizonte. Y es que ya casi todos hemos planeado y organizado nuestros días libres, distribuyéndolos entre visitas a la familia, viajar en busca de nuevas experiencias, descansar, intentar hacer aquello que durante el año no hemos podido debido al peso de las responsabilidades, a la escasez de tiempo y a una rutina que marca el ritmo incesante de nuestras vidas.
Este orden definido por la inercia de la cotidianeidad necesita ser interrumpido para superar la ansiedad y dejar atrás las situaciones estresantes que el trabajo y la barahúnda de la ciudad nos imponen. "Ese largo viaje" que parece implicar irse de vacaciones consiste más en un "viaje mental" que nos aleje de las preocupaciones diarias, y se puede convertir en una oportunidad para detenerse y adentrarse en los recovecos de nuestro ser.
De este modo, hacer actividades diferentes a las habituales pueden suponer nuevas fuentes de identidad. Porque... ¿quiénes somos cuando no somos una diseñadora que desayuna apresuradamente en el metro hasta llegar al bus 121 que le lleva al trabajo, abre el correo, organiza su jornada laboral, retorna a casa y se sube a otro autobús que le lleva a clase, sale y va a casa a cenar, lavarse los dientes y acostarse para estar preparada para el día siguiente? ¿Quiénes somos cuando no ejercemos de gerente, de formador, de informático, de psicóloga, de responsable de marketing, de trabajador social o de médico...?
Y es que durante las vacaciones nos quitamos el traje y los zapatos, nos fundamos las chanclas y las bermudas y nos permitimos ser más auténticos y naturales, sin el apoyo de las máscaras y las representaciones de nuestro día a día. Pero ¡ojo! no caigamos en la trampa de suspender nuestras actividades normales para llenar este "tiempo de vaciamiento" (del latín, vacatio) con las otras "miles" de cosas que no nos ha dado tiempo a hacer durante el resto del año para dejar un espacio al silencio, la paz, la meditación... y desnudarnos de etiquetas para encontrarnos, simplemente, con nosotros mismos.