Tal vez una de las competencias más importantes que todos debamos adquirir es la de aprender a manejar el vértigo que supone el cambio y la falta de permanencia.
La semana pasada en una entrevista con el responsable de Formación y Selección de una de las grandes empresas fabricantes de colchones de nuestro país nos comentaba como están observando un cambio de paradigma en la forma en que los trabajadores valoran a las empresas en las que trabajan y se implican con ellas.
Yo coincido plenamente con ello. En los últimos años hay varios cambios que se han ido produciendo en este sentido. Uno y a mi modo de ver tal vez el más importante, es haber pasado de la casi certeza absoluta de poder empezar y terminar nuestra carrera profesional en la misma empresa, a tener claro que esta posibilidad hoy en día es bastante remota.
Por no irme muy lejos diré que mi padre empezó y terminó su carrera profesional en la misma empresa, y como en gran parte de las personas de su entorno. Los hijos de ellos, ya no hemos vivido esa realidad, de empezar y terminar, pero si de empezar, mantenernos y cambiar. Hoy, la siguiente generación a la mía, ha ido un paso más allá, y está en el hoy aquí y mañana allí. Se ha producido un verdadero cambio de paradigma en la forma de entender el trabajo.
Vivimos como ya hemos comentando en este blog en muchos post, en un mundo en cambio permanente, en un saber como las cosas son hoy, pero no tener ninguna certeza de cómo será en el futuro más próximo. Y esta es tal vez una de las competencias más importantes que todos debamos adquirir, el manejar el vértigo que supone esta falta de permanencia. La incertidumbre, que como el propio nombre indica es una falta de certeza, es una fuente generadora de ansiedad y estrés muy importante. Esta misma persona nos comentaba como estaba encontrándose con un gran número de profesionales de entre 40-50 años, con muchos problemas de ansiedad por la incertidumbre que les generaba el no saber que iba a pasar en su futuro profesional inmediato.
Hay que aprender a convivir con la idea del cambio, no buscar lo que no puede ser, la seguridad y la tranquilidad de que las cosas seguirán y se mantendrán forma parte del pasado, hoy nada permanece. Si miramos a nuestro alrededor hoy, y lo comparamos con 5 años atrás, es posible que aún en un período tan corto de tiempo, observemos una gran cantidad de cambios, no podemos, por tanto esperar que dentro de cinco años las cosas sean igual.
Asumir el cambio como algo que forma parte del desarrollo y la evolución es fundamental, aceptar que hoy estamos en un lugar, pero que tal vez mañana estemos en otro muy diferente es vital para poder adaptarnos al entorno de una forma sana y equilibrada. También resulta fundamental que no perdamos de vista que el cambio no es una idea sino una realidad cierta, por ello cuando tomamos decisiones pensando en que nada cambiará, tal vez debamos pensarlo dos veces y preguntarnos, y cuando todo cambie.
Ni el pasado fué mejor, ni el presente es malo y viceversa, son formas de relacionarnos con el mundo en que vivimos distintas. Afortunadamente el ser humano tiene una gran capacidad de adaptación, debemos confiar y generar nuevos paradigmas que nos permitan a pesar de todo, convivir con la incertidumbre de forma positiva