Aprendemos más la forma en la que nos enseñan que el contenido del aprendizaje.
Me ha llamado la atención, observando algunos niños de mi entorno (sobrinas, hijas de amigos, etc.), que cuando están jugando, o al menos en algunas ocasiones, eligen como juego el "hacer de profesoras". Imitan a sus profesoras y en caso de que te encuentres a mano, te dan el papel de alumno. Entonces puedes ver todo un conjunto de conductas relacionadas con cómo enseñan, cómo regañan, cómo examinan, cómo corrigen, etc. En la última ocasión me resultó llamativo cómo el juego consistía en que la niña diseñaba un examen en un folio con sus diferentes preguntas, incluso formuladas con variedad e imaginación y te daban unos minutos para que lo hiceras y posteriormente corregirlo.
Después de ver ésto, pensé en lo lejos que puede llegar el aprendizaje por modelado del que nos dio las pautas Bandura. Pensé, "qué paradoja, utilizas el exámen como método pedagógico dentro del aprendizaje y el niño aprende a examinar". Pensé entonces que quizás el profesor debería mostrar delante del niño no comportamientos de profesor, sino comportamientos de alumno. "Chicos, hoy voy a aprender a hacer la actividad x". De esta manera los niños imitarían al profesor haciendo de alumno y jugarían a ser alumnos, en lugar de profesores o además de profesores.
Así que andando en estas divagaciones, estaba hablando con un amigo sobre la educación de los hijos. La cuestión que discutíamos era si se debe obligar o no a que el niño hiciera ciertas conductas. Poníamos el ejemplo de si había que hacer que el niño diera las gracias cuando le dabas un regalo, por ejemplo. Al final la conclusión es que, independientemente de la decisión que tomáramos, el niño aprendería al "cómo" les enseñáramos o educáramos.