Normalmente suelo escribir sobre lo que leo, estudio, veo, oigo, etc. en este caso escribo en relación a un concepto que aparecía en un artículo que leía hace poco. En el se describía al "empleado zombie".
Se refería al "empleado zombie" como un buen empleado pero que a consecuencia de la crisis se ha desvinculado emocionalmente de su empresa, harto de oír como elemento motivador la frase: "al menos tienes trabajo".
Claro está que con el panorama al que nos enfrentamos día a día " tener trabajo" es un autentico privilegio. No hay más que ver o escuchar las noticias para que con las cifras de paro y las previsiones futuras, se nos caiga el alma a los pies.
Sin embargo, se está produciendo una realidad paralela. En muchas empresas, empieza a extenderse un sentimiento de estar ausente de la realidad de la empresa. Ya muchas veces hemos hablado de que permanecer muchas horas en el puesto no es una garantía ni de implicación, ni de compromiso, ni de eficacia, ni de obtención de mejores resultados.
Para muchos trabajadores oir la frase, " por lo menos tienes trabajo", no es ni mucho menos, motivador. Estas personas ante el panorama actual permanecerán es sus puestos, el tiempo justo, que tardan en escampar el temporal de la crisis y puedan así optar a otros puestos.
La otra cara de la moneda es la de los responsables que han de gestionar equipos sin interés e implicación, que justifica su aportación de valor en función no de sus resultados, sino del tiempo que dedican a las tareas o incluso a veces, del tiempo que pasan sentados es sus sillas.
Somos un país al que desde el exterior en múltiples ocasiones se nos ha cuestionado la eficiencia y efectividad, muchas veces provocada no por falta de capacidad y conocimiento, sino por una cuestión relacionada con la implicación y responsabilidad de cada uno en el cumplimiento de sus propios objetivos, tanto si uno tiene una función de responsabilidad como sino la tiene.
La motivación y el reconocimiento son monedas de cambio tan valiosas para el trabajador como para los responsables, y ambos dos, han de colaborar de forma conjunta para lograrlas.