Siempre me ha llamado mucho la atención el valor tan distinto que las personas atribuimos al trabajo. ¿Cómo valora cada persona su trabajo en el conjunto de su vida?
Los especialistas distinguen tres tipos de orientación laboral: un trabajo, una carrera y una vocación.
Un trabajo sirve para cobrar un sueldo a final de mes. No es más que un medio para lograr otros fines: viajar, comprar cosas, etc. y no se espera de él ninguna otra compensación. Cuando se deja de recibir remuneración normalmente el trabajo se abandona, ya que no tiene otro fin, no es más que un "medio para" conseguir lo que realmente interesa.
Una carrera implica una inversión personal más profunda. La retribución económica es importante pero también lo son los logros profesionales, la evolución, los ascensos que aportan valor, prestigio y poder, aparte de las compensaciones económicas. Existe la motivación de ascender y llegar a lo más alto en la escala jerárquica. Sucede en ocasiones que cuando esto se consigue se produce un cierto desinterés por el trabajo y es cuando surge la necesidad de buscar nueva motivación dando un giro a la carrera profesional.
La vocación es una forma de vivir el trabajo. Esta relacionado con el apasionamiento y el entusiasmo con lo que uno hace, con el disfrute de aquello en lo que uno se ocupa. Este tipo de actitud se ha relacionado con profesiones que contribuyen al bien común. El trabajo resulta satisfactorio por sí mismo con independencia de las circunstancias que lo rodeen que en ocasiones pueden ser especialmente duras. No existe aquí la motivación por el dinero o por los ascensos. Incluso cuando no se percibe remuneración económica el interés por continuar el trabajo se mantiene.
Son tres formas bien distintas de vivir la experiencia laboral. Hasta hace no mucho determinadas profesiones se consideraban vocacionales, los médicos por ejemplo, los científicos, abogados, hoy en día sabemos que estas profesiones o cualquier otra pueden ser consideradas como un simple trabajo cuya única motivación es un buen sueldo o como una verdadera vocación, al igual que un jardinero que puede ver en su empleo una oportunidad para hacer el entorno más hermoso y contribuir al disfrute de todos, o únicamente como el medio para conseguir un salario a final de mes.
Es obvio que las implicaciones personales y motivaciones son totalmente diferentes en cada uno de estos acercamientos al trabajo. A veces buscamos compromiso e implicación cuando por la forma de vivir el trabajo es altamente improbable que se produzca.