Tal vez la fórmula de la felicidad sea que "deseo poco y lo poco que deseo lo deseo poco".
Últimamente, quizás a raiz de la última reforma educativa, me he encontrado, a través de varios medios, leyendo, viendo o escuchando sobre el modelo educativo filandés y sus innumerables aspectos positivos. En todas las ocaciones se plantea la pregunta ¿por qué Finlandia tiene el mejor sistema educativo del mundo?
Yo también me hago la misma pregunta pero con otro sentido. Es decir, ¿por qué decidimos que Finlandia tiene el mejor sistema educativo? O mejor dicho ¿cuáles son los criterios para establecer el ranking de mejor sistema educativo? Está claro que según los criterios implícitos de la mayoría de las personas, Finlandia ocupa el primer lugar, pero ¿por qué decidimos que esos criterios son los mejores?
En los artículos que estoy leyendo o en los programas que he visto sobre el asunto no se parte de analizar cuáles son los criterios de un buen sistema educativo para posteriormente buscar el país que mejor lo cumple. Se da por supuesto, implicitamente, que todos estamos de acuerdo y que solo faltaría discutir quien se acerca más a las posiciones altas del ranking.
No estoy tratando de cuestionar si el modelo filandés es el mejor o no, ni tampoco si los criterios que maneja son los universales o los mejores. Pero si hay aspectos que me chirrían un poco.
Un criterio para medir la calidad es el Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes o Informe PISA por sus siglas en inglés (Program for International Student Assessment) y en francés (Programme international pour le suivi des acquis des élèves) se basa en el análisis del rendimiento de estudiantes a partir de unos exámenes mundiales que se realizan cada tres años y que tienen como fin la valoración internacional de los alumnos. Este es un gráfico de 2006. Los exámenes evalúan competencias de lectura, matemáticas y ciencias naturales.
Otros criterios que me encuentro para validar un sistema educativo como positivo son observaciones como la que he recuperado de un post que cito aquí: "Hace unos meses tuve la oportunidad de trabajar con una chica finlandesa. Era una recién licenciada en Administración y Dirección de Empresas que aspiraba a estudiar un máster en Harvard pero que, a pesar de tener un buen currículum académico que se lo permitía, no pudo cumplir su ilusión por motivos económicos. Era una chica con un extraordinario nivel de inglés, casi nativo diría yo, unas calificaciones universitarias excelentes, había vivido en el extranjero durante varios años (a pesar de tener solo 22 años), había viajado mucho, tenía un background académico muy potente y además hablaba sueco y tenía buen nivel de chino.
Me contaba como su familia le daba una extrema importancia a la educación, la cual había permitido a su padre ocupar un puesto de alta dirección en la empresa Nokia Siemens Networks en la oficina de Hangzhou, en China." Ver artículo
Conocimientos de idiomas, estudios superiores, altas calificaciones, puestos de trabajo directivos, etc., despiertan nuestra admiración y representan modelos a seguir.
Nada de inteligencia emocional, valores, empatía, resolución de conflictos, trabajo en equipo, habilidades de comunicación, autoestima, etc.
Creo que, como principio universal, todos buscamos la felicidad. Ser feliz o estar feliz, es algo que da sentido a "todo lo que hacemos" y que debería marcar qué criterios son aquellos que son válidos en el sentido de que nos ayudan a ser felices.
En este punto podemos decir: "una buena preparación aumenta la probabilidad de que seas feliz". Y es verdad, una buena preparación aumenta la probabilidad de ser feliz en un sistema donde se considera que la buena preparación te ayuda a ser feliz. ¿Pero ésto es cierto? Evidentemente tener una buena preparación aumenta la probabilidad de tener un mejor trabajo, ganar más y en la medida en que tenemos recursos para cubrir nuestras necesidades básicas podemos ayudar a la felicidad, entendiendo ésta como la consecuencia de satisfacer necesidades o deseos.
Aunque en este sentido el más listo era San Francisco a quien se le atribuye que de decía lo que tal vez sea la fórmula de la felicidad: "deseo poco y lo poco que deseo lo deseo poco".
Pero con la buena preparación también bienen las expectativas. Las expectativas de, por ejemplo, tener un "buen puesto". Si consideramos que un buen puesto es un puesto directivo, por ejemplo, estamos ante una situación un tanpo paradójica. La sociedad es piramidal. A medida que subes tienes un mayor nivel, mayor sueldo y mayor admiración social. Se presupone que tienes un mayor nivel de "autorealización".
Pero ¿y el 80% que están en la base de la pirámide? En puestos donde no se necesita tanta preparación, allí donde vas sobrao con un "cinquillo" en ciencias, lectura o matemáticas. Creo que finalmente la felicidad depende de otros factores que no se ven en los ranking.
De hecho, estoy seguro que el modelo filandés es bueno, porque tiene en cuenta otro tipo de criterios más allá de los académicos, y que, como una de las consecuencias es la mejora de los componentes académicos.
En una ocasión esuché a un doctor en Biología contar su experiencia en la educación de sus hijas. Él, orgulloso como padre, potenciaba la estimulación temprana y constante de los niños. Nos contaba todas las cosas que hacía para estimular a sus hijas y exponerlas a nuevas experiencias relacionadas con todos los sentidos. Y a ello atribuía los valores y preparación de sus hijas ya en edad universitaria. Sin embargo, estoy seguro que fueron las horas que pasó con sus hijas, las cercanía y el sentimiento de seguridad y apego que generó en ellas, lo que hizo que tuvieran un desarrollo excepcional, más allá de la estimulación intelectual.
Cuando tendremos, por tanto, un ranking que se centre en el desarrollo emocional. Y pensándolo bien ¿para qué necesitamos un ranking de ese tipo?