Varias veces hemos hablado que uno de los males que solemos padecer provienen de la expectativas que tenemos en ocasiones. Expectativas que no están adecuadas a nuestros recursos y que de alguna manera nos han sido impuestas. El no cumplimiento de estas expectativas nos lleva por caminos de desaosiego y dolor.
Sin embargo, hay otro sentido del término expectativa con unas connotaciones más positivas. Hablamos de expectativa, en este sentido, en aquellas ocasiones en las que "esperamos" algo cuyo acontecimiento tiene una probabilidad muy alta de ocurrir y que está en nuestras mano que ocurra, en gran medida.
Estas expectativas dirigen nuestros actos en el sentido y el hecho de anticipar una consecuencia positiva nos, hacer sentir bien, nos llena de felicidad. Y tal es así, que a menudo disfrutamos más en la espera de que algo ocurra a el momento en el que ocurre. ¿Qué prefiere la gente, un viernes o un domingo? Pues la mayoría de la gente prefiere un viernes porque, aun cuando está trabajando, tiene la expectativa del fin de semana. Sin embargo, el domingo es la antesala de la semana laboral y hace que tenga un tinte un poco gris, a pesar de ser día festivo.
En un experimento hecho en Estados Unidos se les comentaba a los sujeros del mismo, que se imaginaran que iban a recibir un beso de la persona famosa que más le gustara. A continuación tenían que decir en qué momento querrían recibirlo: en ese momento, en el plazo de unos días, dentro de un año. La mayoría de las personas eligieron un plazo de unos tres días. ¿Porqué? Pues porque la posibilidad de disfrutar de unos días de espera, de retrasar el momento especial es una manera de alargarlo. Porque durante esos tres días de espera tendrían una emoción latente positiva soñando con la llegada del momento.
Las expectativas, como espera de algo positivo que va a ocurrir, es tan reconfortante como el premio en sí. Hay muchas referencias a este hecho en libros, canciones, etc. Los preparativos de la fiesta, es la gran fiesta.
Una vez oía comentar a una persona que era muy creyente algo relacionado con las expectativas y su efecto en nuestras vidas. Alguien le preguntaba "¿qué pasaría si al llegar al final de tu vida te dijeran que tu dios no es tal y que has dedicado toda un vida a creer en algo que no existe?". La persona respondió: "Qué más da lo que ocurra al final si mi creencia me ha llevado a tener una vida de gozo y felicidad persiguiendo esa idea".
Teniendo en cuenta que el ser humano es optimista por naturaleza, normalmente las expectativas, que son una elaboración interna más allá de la objetiva realidad, tienden a distorsionarse a favor de nuestro deseo. Pensamos que las cosas serán mejor de lo que los datos nos dicen. Y como van a ser mejor, esto nos hace felices.
Las personas nos suelen contar con entusiasmo "los proyectos en los que están", no los que han terminado. Cuando uno está trabajando en un proyecto, con un objetivo y una fecha de finalización o de entrega, y está contento en el proyecto, es durante el desarrollo del mismo donde tienen lugar las buenas experiencias, aun cuando todas ellas están puestas en conseguir un resultado. Sin embargo, cuando el proyecto termina, podemos estar un tiempo disfrutando del éxito de lo conseguido, pero el disfrute es temporalmente muy escaso. Incluso en la celebración de lo conseguido estamos planeando el comienzo de otros proyectos. Siempre las expectativas.