Las personas somos optimistas por naturaleza. Incluso aquellas personas que consideramos pesimistas, serán sorprendidos en ocaciones haciendo predicciones influenciadas por el optimismo. Como le decía a una amiga que siempre aseguraba que ella todo lo hacía mal: "¿Ves? Te tienes por la persona que peor hace las cosas. ¡Eres la mejor en eso!".
El optimismo tiene muchas ventajas para la supervivencia del ser humano. Digamos que es como el dolor, que detrás de su cara más negativa, es un aviso de "ten cuidado, alerta, algo te está pasando". Ver el lado bueno de las cosas, incluso inflar el lado bueno de las cosas sin duda nos ayuda a sobrevivir. El optimista tiende a conseguir en mayor medida los objetivos que se propone que el que no lo es tanto.
Sin embargo, en ocasiones hay que tomar decisiones donde preferiríamos ceñirnos a una realidad objetiva. Realizar una predicción optimista puede resultar fatal. Por ejemplo a la hora de realizar una inversión en un proyecto.
Es por ello que el gobierno Británico ha publicado el Green Book en el que ofrece una guía para controlar los efectos del optimismo en la estimación de los costes, beneficios y duración de los proyectos. Si quieres echar un vistazo pasate por la web http://www.hm-treasury.gov.uk/data_greenbook_index.htm y en concreto por el suplemento sobre el sesgo del optimismo http://www.hm-treasury.gov.uk/d/5(3).pdf que seguro te podría resultar útil de cara a planificar y decidir tus proyectos.
Ahora bien, ¿cuántos proyectos no hubieran comenzado y tenido éxito si hubiéramos corregido el sesgo del optimismo? La cuestión es si dicho sesgo es un riesgo de cara a tomar una decisión o por el contrario es algo decisivo y necesario sin lo cual ni siquiera intentaríamos llevar a cabo la mayoría de las aventuras en las que nos metemos.