Cambiar los pensamientos negativos lo cambia todo

Se puede cambiar lo que se siente, cambiando lo que se piensa. Martin Seligman

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Nuria Fernández López

A lo largo de día recibimos toda una serie de estímulos que nos llevan a tener determinadas reacciones. Y aunque puede parecer que existe una relación directa entre el estímulo y la respuesta, lo cierto es que no es así. Entre uno y otra media algo muy importante: nuestros pensamientos. Es por ello que una misma realidad puede ser percibida, interpretada y sentida de muchas maneras diferentes.

Nuestras reacciones están determinadas por el tipo de pensamientos que tenemos, muchos de ellos recurrentes, algunos positivos y otros muchos negativos. Algunos de estos pensamientos son bastante comunes, y además de ser negativos, resultan altamente tóxicos.

 

Entre estos últimos destacan:

  • Creer saber lo que piensan los demás.
  • Generalizar situaciones.
  • Dramatizar o hacerse la víctima.
  • Insultar, a nosotros mismos y a los de alrededor.
  • Exagerar excesivamente.
  • Crearnos unas expectativas inalcanzables.
  • Quitar valor a las cosas positivas.
  • Pensar que las cosas o son blancas o son negras.

Muchas veces nuestra mente nos juega malas pasadas: exageramos, generalizamos, anticipamos, sacamos conclusiones ilógicas, y con ello,  sufrimos por nuestros propios pensamientos negativos irracionales.

 

Si podemos cambiar nuestra perspectiva e interpretación de los hechos, en consecuencia, cambiará el cómo los vivimos emocionalmente. El paso clave para cambiar cómo nos sentimos y como reaccionamos, pasa necesaria e inexcusablemente por identificar nuestros pensamientos, sobre todo los pensamientos negativos automáticos (esos que aparecen por inercia como reacción a cualquier estímulo). De esta forma podemos tomar consciencia de la cantidad de pensamientos que nos desequilibran, y hacen que nos enfoquemos en lo negativo y en todo lo que nos falta.

Dominar nuestros pensamientos no es tarea fácil, cuando nuestra mente está invadida con pensamientos tóxicos, y no podemos detener ese "runrún", de cara a tomar el control de la situación y cambiar el "chip", resulta útil distraer la mente para que se mantenga ocupada con otra cosa, como: leer, cantar, meditar, practicar yoga, caminar, cocinar, realizar alguna actividad física, a modo de medida de urgencia para poner fin a la escalada de pensamientos bloqueantes y limitantes.

Con el tiempo y cuando seamos capaces de identificar los tipos de pensamientos negativos que se disparan automáticamente, debemos empezar a cambiar este hábito y a sustituirlos por otros de carácter más positivo y empoderante. El elemento clave es darse cuenta del tipo de pensamientos y preguntarnos si nos benefician o nos perjudican. De esa forma podemos tener una idea clara de cuáles mantener y cuáles eliminar. Sabiendo que cambiar un hábito -como es cambiar pensamientos recurrentes negativos- requiere de disciplina, paciencia, constancia  y tiempo, es fácil detenernos en los errores. Lo importante es poder apagarlos y generar un hábito adecuado para que ese tipo de pensamientos se reduzcan y desaparezcan. 

Con ello iremos dando pasos, primero pequeños pasos y con el tiempo, pasos de gigante hacia el control de nuestras emociones.

 

 

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