¿Eres zanahoria, huevo o café?

Adversidad: infelicidad, desdicha, desventura, fatalidad, desastre, accidente, tribulación, dificultad, problema, mala pata.

 

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Nuria Fernández López

Una hija se quejaba a su padre acerca de su vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.

Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y, en la última, granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra. La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre.

A los veinte minutos, el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un recipiente. Sacó los huevos y los colocó en otro. Coló el café y lo puso en un tercer recipiente. Mirando a su hija le dijo: "¿Qué ves?". "Zanahorias, huevos y café", fue su respuesta. La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego, le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro. Después, le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.

 

Humildemente la hija preguntó: "¿Qué significa esto, padre?". Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: ¡agua hirviendo!, pero habían reaccionado en forma muy diferente:

  • La zanahoria llegó al agua siendo fuerte y dura. Pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer.
  • El huevo había llegado al agua siendo frágil. Su cáscara fina, protegía su interior líquido. Pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido.
  • Los granos de café, sin embargo, eran únicos. Después de estar en agua hirviendo, habían cambiado el agua.

El padre continuó: "¿Cual eres tú?", le preguntó a su hija. "Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes?.¿Eres zanahoria, huevo o grano de café?"

 

Que todos somos distintos al afrontar la adversidad es algo evidente. Qué hacemos ante la adversidad nos define. Los psiquiatras Thomas Holmes y Richgard Rahe (1967) afirmaron que las percepciones que los individuos tienen de los sucesos vitales vividos pueden ser más significativas que los sucesos mismos, ya que determinan su forma de comportarse ante ellos. Cada persona tiende a la utilización de los estilos de afrontamiento que domina, por aprendizaje, o por hallazgo fortuito, a pesar de que los resultados no sea los más beneficiosos.

Entre las fortalezas emocionales que ayudan a la consecución de metas frente a situaciones de dificultad externa o interna destacan:

  • Valentía: que se relaciona con la capacidad de no dejarse intimidar ante la amenaza, el cambio, la dificultad o el dolor.
  • Perseverancia: que se relaciona con la capacidad de persistir en una actividad aunque existan obstáculos.
  • Honestidad: que se relaciona con la capacidad de ir con la verdad por delante y ser una persona genuina, que asume la responsabilidad de los propios sentimientos y acciones.
  • Vitalidad: que se relaciona con la capacidad de afrontar la vida con entusiasmo y energía. Hacer las cosas con convicción y dando todo de uno mismo.

 

Podemos ser zanahorias que parecen fuertes, pero que cuando la adversidad y el dolor les tocan descubren que esa fortaleza solo es aparente. Podemos ser huevo que comienza con un corazón frágil; posee un espíritu fluido, pero que ante la adversidad, se vuelve duro y rígido, o podemos ser café, que cambia al agua hirviendo, su cualidad reside en cambiarse a sí mismo para a su vez cambiar la adversidad.

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