Una granjera tenía nueve docenas de huevos para vender. Envió al mercado a sus tres hijas, entregando a la mayor y más avispada una docena, a la segunda tres docenas y a la menor cincuenta huevos y les dijo:
-Poneos previamente de acuerdo y fijad el precio al que debéis vender los huevos, y no os volváis atrás de lo convenido. Manteneos firmes las tres en lo tocante al precio, pero confío en que Ana, la mayor, aún ateniéndose al acuerdo de vender todas al mismo precio, sacará tanto por su docena como Berta por sus tres docenas, y al mismo tiempo aleccionará a sus hermanas para conseguir que el producto de la venta de Berta sea igual al obtenido por la más pequeña, Carmen, por la venta de cincuenta huevos. El producto de la venta y el precio debe ser el mismo para las tres. Quiero que vendáis todos los huevos, de forma que saquemos, en números redondos, 10 reales como mínimo por cada docena y no menos de 90 reales por las nueve docenas.
Ana, Berta y Carmen se fueron al mercado y aunque parezca increíble, lograron cumplir el encargo de su madre escrupulosamente.