El triple filtro de Sócrates

En la mayoría de las ocasiones las historias que nos cuentan sobre otros tienen poco de fundamento y mucho de la cosecha personal de aquellos que transmiten la historia. La intencionalidad no suele ir más allá de la risa y la mofa.

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Nuria Fernández López

 

Se dice que la envidia y el cotilleo, son el deporte nacional, no sé si hasta ese extremo es cierto, pero lo que sí está evidenciado es que aunque unos más que otros no perdemos oportunidad de criticar y difundir rumores a la que alguien se nos pone por delante. Todos somos conocedores de que en la mayoría de las ocasiones los rumores no tienen fundamento pero aún así no dejamos de hacerlo. Y peor que esto, somos conocedores de que este tipo de comentarios y afirmaciones suelen hacer mucho daño a quien es víctima de ellos.

Sócrates el gran pensador griego nos propone una sencilla y fácil solución al alcance de todos. Tal vez la próxima vez que alguien pretenda hacernos partícipes de una historia sobre otros podamos ponerla en práctica.

 

En la antigua Grecia, Sócrates fue famoso por su sabiduría y por el gran respeto que profesaba a todos. Un día un conocido se encontró con el gran filósofo y le dijo:

- ¿Sabes lo que escuché acerca de tu amigo?
- Espera un minuto -replicó Sócrates-. Antes de decirme nada quisiera que pasaras un pequeño examen.
- Yo lo llamo el examen del triple filtro.
- ¿Triple filtro?
- Correcto -continuó Sócrates-. Antes de que me hables sobre mi amigo, puede ser una buena idea filtrar tres veces lo que vas a decir, es por eso que lo llamo el examen del triple filtro.

-El primer filtro es la verdad. ¿Estás absolutamente seguro de que lo que vas a decirme es cierto?
- No -dijo el hombre-, realmente solo escuché sobre eso y... - Está bien -dijo Sócrates-. Entonces realmente no sabes si es cierto o no.

 -El segundo filtro, el filtro de la bondad.
- ¿Es algo bueno lo que vas a decirme de mi amigo?
- No, por el contrario...
- Entonces, deseas decirme algo malo sobre él, pero no estás seguro de que sea cierto.
-El tercer filtro de la utilidad.
- ¿Me servirá de algo saber lo que vas a decirme de mi amigo?

 - No, la verdad es que no

- Bien -concluyó Sócrates-, si lo que deseas decirme no es cierto, ni bueno, e incluso no es útil ¿para qué querría saberlo?

 

 

 

 

 

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