Cuando haga lo que haga, nada sirve: Indefensión Aprendida.

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Nuria Fernández López

La Indefensión Aprendida tiene que ver con el convencimiento de que hagamos lo que hagamos, no se producirá un resultado distinto y afecta a todos los ámbitos de nuestra vida: laboral, social, personal.

La expresión más clara de la indefensión, bastante frecuente, suele aparecer en forma de: «esto es lo que hay y nada de lo que haga lo va a cambiar». La hemos oído sin duda, y es posible que hasta usado en alguna ocasión.

Martin Seligman desarrolló una teoría para explicar por qué las personas dejan de actuar en determinadas circunstancias. A raíz de esta teoría, se dice que existe indefensión aprendida cuando una persona aprende que su comportamiento no altera el resultado que obtiene. La indefensión aprendida aparece como consecuencia de la exposición a una serie de eventos aversivos incontrolables.

La generalidad o universalidad de este fenómeno ha sido demostrada experimentalmente en múltiples especies animales, incluyendo el hombre (Hiroto y Seligman, 1974), lo que la incluye como uno de los efectos más importantes de aprendizaje básico.

 

Las principales consecuencias de la Indefensión Aprendida están vinculadas con:

  • inactividad,
  • incapacidad para adquirir nuevos aprendizajes aunque sean diferentes a la situación o tarea en la que se produjo la indefensión,
  • déficits motivacionales a la hora de actuar en otras situaciones en las que el sujeto sí tenía capacidad de control,
  • emociones de miedo y ansiedad tras la experimentación de situaciones de falta de control repetidas.

Entre las consecuencias de la indefensión aprendida destaca el cambio de las creencias sobre nosotros mismos, afecta a nuestra autoestima, provoca frustración, y nos afecta emocionalmente.

En este punto, y de cara a enfocarnos a soluciones,  conviene recordar lo que el psicólogo Albert Ellis dice acerca de la génesis de nuestras emociones. "No son los acontecimientos los que provocan nuestras emociones, sino la manera como los interpretamos, y esto depende de nuestras creencias."

Es sobre estas creencias, sobre las que tenemos que poner el foco. En conducta humana las cosas son enormemente complejas porque intervienen infinitas variables, sin embargo, hay consenso dentro del mundo de la psicología sobre qué actuaciones están indicadas. Como en la mayoría de problemas de tipo psicológico, lamentablemente no hay una respuesta ni sencilla, ni única, aunque sí que hay ciertos aspectos importantes a tener en cuenta para tratar de romper ese bucle negativo de inactividad:

  • Entender que las situaciones pasadas son particulares y únicas y no son predicciones del futuro, dotar de nuevo significado a aquellos acontecimientos vividos que nos han causado malestar, reconceptualizarlos y limitar su influencia al momento y circunstancias sucedidas.
  • Trabajar en la evitación constante, si evitamos situaciones constantemente por miedo a volver a fracasar, estamos cimentando mantenernos en el mismo lugar, retroalimentado creencias catastrofistas y malestar, dejándonos sin posibilidad de recuperación, cambio y mejora. El miedo, en este caso a volver a fracasar, al error, a no conseguir nada, bloquea la posibilidad de actuar y coloca al organismo en un estado de alerta continua donde sólo es posible la huida, el ataque o la parálisis. La pasividad sólo se cura con la acción voluntaria y consciente.
  • Desafiar las propias creencias catastróficas y distorsionadas con pruebas de realidad, buscando evidencias objetivas, explicaciones causales y posibles explicaciones alternativas que nos demuestren lo acertado o equivocado de nuestros pensamientos.

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