Conexión permanente.

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Nuria Fernández López

Leía el pasado 22 de mayo en el país digital un artículo bastante interesante en tanto que refleja una sensación bastante común y extendida. Es la sensación de "cerebro frito". "Cerebro frito" haciendo referencia al desgaste y agotamiento, que ha supuesto y en muchos casos sigue suponiendo la pandemia sumada al teletrabajo.
Esta sensación que viene derivada de estar en todos los frentes y en ninguno a la vez. Con la irrupción del teletrabajo en nuestras vidas todas las ocupaciones diarias ocurren en el mismo espacio: nuestra casa, y aunque todos tenemos claro la importancia de establecer límites, en la práctica no es tan sencillo. La situación de teletrabajo supuso al principio una gran dificultad para separar vida profesional y personal, y aunque esto ha tendido a un cierto orden, todavía en muchos casos nuestra vida se nos presenta caótica y mezclada, con todas las esferas confluyendo en el mismo sitio.
Hemos entrado en modo "superexigencia y supervivencia", tratando de dar respuesta a todo y de estar en todas partes, se nos exige mucho, y lo peor, nos lo autoexigimos. Por este motivo, es frecuente que acabemos sacrificando nuestro tiempo y nuestros intereses para poder cubrir exigencias familiares y profesionales, con la consiguiente frustración y estrés.
Es muy fácil ponerse a mirar el correo a las 8 de la mañana porque el portátil está al lado de la cafetera o saltarte el descanso de después de comer porque la mente sigue dando vueltas a distintos temas. Nuestra mente se nubla por pasar tanto tiempo sin descansos y sin límites claros. La ganancia de productividad acumulada gracias al trabajo en remoto empieza a resentirse, ya el estrés y la saturación como consecuencia de la conexión permanente son más que evidentes.
Implementar algunos hábitos en nuestra rutina laboral puede servir de gran ayuda para minimizar el impacto que esta sobresaturación conlleva.

  • Horarios: Define cuándo trabajas y cuándo no, tómatelo en serio y cíñete a ese horario, establece límites también para el tiempo de ocio, tiempo de estar con la familia, tiempo de estar a solas, etc.
  • Decir No: muchas veces las limitaciones incumplidas o las sobrecargas vienen por la dificultad para "decir no", y más en el entorno de teletrabajo que en muchas ocasiones genera una cierta inseguridad y miedo.
  • Desconectar: establecerse la auto obligación de desconexión digital, apagar ordenador, silenciar el móvil,
  • Definir dónde: escoge un lugar exclusivo para trabajar diferenciado del resto de espacios dedicados a otras actividades.
  • Descansar: nos hemos acostumbrado a jornadas hiperextendidas, es fundamental establecer mini descansos a lo largo del día, 10 minutos varias veces al día te darán tiempo para recuperar y relajar.
  • Autocuidado. No olvidar al menos los básicos: una alimentación equilibrada, hacer ejercicio físico y dormir mínimo 7 horas.
  • Desconexión mental: A nivel mental, lo que más ayuda a reducir el estrés y la ansiedad es estar en el aquí y en el ahora. Realizar técnicas de relajación y meditación reduce considerablemente los niveles de estrés.
  • Expectativas realistas: Ajustar nuestras expectativas, plantearnos metas realistas y liberarnos de las autoexigencias.

Todo hace prever que avanzamos hacia modelos de trabajo remoto e híbridos, por tanto, debemos tomarnos bastante en serio lo que los datos ya nos están diciendo, que el teletrabajo ha supuesto mayor sedentarismo, la practica de menos deporte, problemas de salud, como dolores de cabeza y musculares, comidas poco saludables, todo ello con un gran impacto en todos los órdenes de nuestro bienestar.

 

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