Retos que no esperan.

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Nuria Fernández López

Ya Covey en su clásico "Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva", bestseller en su momento de liderazgo,  con sus followers y menos followers, hablaba de una serie de retos que forman parte de la realidad del ser humano y que suponen un lastre del que debemos liberarnos, echando mano de todas nuestras habilidades y recursos personales de afrontamiento.

Me ha venido rescatarlo porque creo que dichos retos están plenamente vigentes y llamando a la puerta cada día.

Miedo y la inseguridad: que decir hoy del miedo y la inseguridad en la coyuntura que nos toca vivir. Si el miedo y la inseguridad forman parte de la naturaleza humana, hoy en día ¿quiénes nos sentimos realmente seguros?, acaso el miedo no forma parte de nuestro día a día. La situación actual nos ha hecho sentir miedo, incluso pánico, no en la mirada a un futuro lejano, sino en la mirada al mañana próximo. Hemos experimentado un fuerte sentimiento de vulnerabilidad.

El reto: aprender a convivir con la falta de seguridad, con la incertidumbre, con el cambio, sin dejar que esto nos desanime y nos haga perder la confianza en el futuro y en nuestra propia capacidad de respuesta, afrontamiento y superación.

Lo quiero ahora: Hemos ido desarrollando un deseo creciente de tener, poseer y ser, en muchos casos difícilmente gestionable y alimentado por un mundo que nos empujaba a tratar de conseguir todo lo que nos presenta. Difícilmente conseguimos tolerar la frustración que nos supone no tener aquello que anhelamos de forma inmediata. Es tal este deseo del aquí y ahora, que cuando no podemos conseguir aquello que anhelamos, reconducimos nuestro deseo a aquello que si podamos poseer de forma inmediata. Hemos ido disminuyendo de forma progresiva y creciente el tiempo que somos capaces de esperar para conseguir algo que deseamos. Vivimos en el mundo de la satisfacción inmediata.

El reto: aprender a controlar nuestros propios impulsos, aprender a ser más tolerantes, y a convivir con la frustración y la contrariedad como un estado más en nuestras vidas.

Culpa y victimismo: Existe en muchas personas una gran tendencia a considerarse como víctimas.  Este sentimiento lo podemos reconocer en frases que comienza por el "sino no fuera por...". Culpar a los demás de nuestros problemas y dificultades suele ser además de bastante habitual la postura más fácil. Muy pocos de nosotros somos capaces de asumir abiertamente nuestras responsabilidades ante otros y ante nosotros mismos, y con frecuencia tampoco tenemos la valentía de tomar la iniciativa para poner en marcha las acciones necesarias para el cambio. El posicionarse en el papel de víctima nos protege de cualquier responsabilidad, siempre hay alguien a quien culpabilizar.

El reto: asumir nuestra propia responsabilidad en el desarrollo de los acontecimientos y en el cambio de los mismos.

Desesperanza: la desesperanza es un sentimiento que está íntimamente relacionado con el victimismo. Al sentirnos víctimas de algo o alguien entramos en un estado de desesperanza, resignándonos a las circunstancias y perdiendo con ello nuestra capacidad de afrontamiento y solución. Con la desesperanza entregamos nuestra propia capacidad de decidir e influir sobre las situaciones y los acontecimientos. Al considerar a los otros como absolutos responsables de lo que sucede y nos sucede, quedamos indefensos y sin capacidad de control.

El reto: aprender a reconocer nuestra propia capacidad de influencia y control sobre las situaciones.

Falta de equilibrio existencial: decir a estas alturas que vivimos una vida compleja y agotadora igual hasta se queda corto. Queremos controlarlo todo, hacer cada vez más, ser mejores y más eficientes, estar en lo más alto, hasta el punto de que caemos en un profundo desequilibrio personal en el que anteponemos trabajo y dinero a nuestra familia, a nuestra propia salud, prestando gran atención, esfuerzo y energía a aspectos secundarios y dejando de lado aquellos verdaderamente importantes. Conseguir un equilibrio razonable en nuestras prioridades se ha convertido en un deseo idealizado no secundado por acciones y comportamientos.

El reto: aprender a reconocer e identificar aquello que realmente tiene valor en esencia para el ser humano y de lo que depende realmente nuestra propia existencia y satisfacción personal.

Deseo de sentirnos comprendidos: el ser humano es un ser relacional que busca la aceptación y afecto de los demás con muchos de sus comportamientos. De hecho, algunas de las dificultades que enfrentamos en el día a día vienen determinadas por un deseo irracional de ser aceptado y reconocido por los otros.

El reto: difícil donde los haya, está en aceptar que las personas que nos rodean no tienen porque mostrarnos aceptación y reconocimiento, y aun no haciéndolo, nuestra valía como ser humano es la misma.

Conflicto y diferencia: los seres humanos somos diferentes, tenemos deseos, inquietudes, intereses, necesidades, objetivos...etc. diferentes, esto, a priori, no es ni bueno ni malo, lo problemático es cómo gestionamos estas diferencias, sobre todo cuándo utilizamos el método "ganar cuanto más mejor", poca veces trabajamos desde el enfoque de buscar aspectos comunes, sinergias, encuentros, más bien nos posicionamos buscando la diferencia, imponiendo nuestro criterio, tratamos de obtener los mayores beneficios y resultados a consta del otro.

El reto: aprender a trabajar desde lo que nos acerca, no desde lo que nos aleja, entendiendo la diferencia como algo natural y positivo, aprovechando esta circunstancia como elemento de apertura, enriquecimiento y crecimiento mutuo.

 

Un camino por delante desafiante y retador de superación y mejora.

 

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