Qué dano pueden hacer las expectativas.

Esperar que algo suceda como nosotros deseamos, es además de inútil, frustrante.

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Nuria Fernández López

Las expectativas resultan desde mi punto de vista tal vez la mayor fuente de insatisfacción, frustración, enfado y hasta sufrimiento del ser humano.

Una expectativa no es más que lo que nosotros esperamos que suceda. Y cuando lo que sucede no coincide con lo que nosotros esperábamos, pues en ese mismo momento ya se generan toda una cantidad de sensaciones, sentimientos, pensamientos, valoraciones, etc., que provocan un gran malestar.

La frase "con lo que yo he hecho por el/ella, y así me lo paga" no es más que un reflejo de este hecho.

Aunque a nosotros mismos nos contamos que hacemos las cosas por los demás de forma desinteresada, no es del todo cierto, no hay más que ver nuestra reacción cuando los otros no responden en modo, forma o cantidad que esperábamos.

Pero a pesar de que todos sabemos que lo mejor es comportarnos como creamos sin esperar nada a cambio, lo cierto es que resulta bastante complejo en la práctica.

Es como cuando vamos al cine, la película nos gusta o no, dependiendo de nuestras ideas previas, si encaja con ellas, la película nos gustará, sino, nos decepcionará. Lo mismo es extrapolable al comportamiento humano.

Cuantas relaciones personales y profesionales se ven afectadas por una cuestión de discrepancia entre lo que esperamos que los demás hagan  y lo que hacen en realidad.

Lo que más satisfacción nos produce es recibir una palabra o un gesto de alguien que no esperábamos. Pero no es el comportamiento en sí, sino la falta de expectativa la que provoca dicha satisfacción. 

Podemos empezar a hacer cosas por que creamos que es lo que debemos hacer, sin esperar nada a cambio,  y veamos lo que va sucediendo. Si no esperamos nada, cualquier cosa que recibamos resultará positiva y satisfactoria, y sin duda hará que las relaciones humanas resulten mucho más fáciles.

Os dejo esta historia, tal vez la conozcáis pero es muy ilustrativa.

Una noche, a las 11:30 p.m., una mujer afroamericana, de edad avanzada estaba parada en el acotamiento de una autopista de Alabama, tratando de soportar una fuerte tormenta.


Su coche se había descompuesto y ella necesitaba desesperadamente que la llevaran. Toda mojada, ella decidió detener el próximo coche. Un joven blanco se detuvo a ayudarla, a pesar de todos los conflictos que habían ocurrido durante los 60. El joven la llevó a un lugar seguro, la ayudó a obtener asistencia y la puso en un taxi. Ella parecía estar bastante apurada. Ella anotó la dirección del joven, le agradeció y se fue.

Siete días pasaron, cuando tocaron la puerta de su casa. Para su sorpresa, un televisor pantalla gigante a color le fue entregado por correo a su casa. Tenía una nota especial adjunta al paquete. Esta decía: "Muchísimas gracias por ayudarme en la autopista la otra noche. La lluvia anegó no sólo mi ropa sino mi espíritu. Entonces apareció usted. Gracias a usted, pude llegar al lado de la cama de mi marido agonizante, justo antes de que muriera. Dios lo bendiga por ayudarme y por servir a otros desinteresadamente. Sinceramente: La Señora de Nat King Cole.

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