El ser humano tiene una herramienta única: el lenguaje. Como ocurre con casi todo lo que tenemos tan fácil, no solemos darle la importancia que se debiera ni apreciamos todo su poder.
Una oyente del programa de radio “Buenos días Javi Nieves” escribió en el Facebook del programa las frases que le ayudaron a superar los malos momentos mientras recibía quimioterapia por un cáncer de mama. Esta acción tuvo como consecuencia un montón de personas dejando a su vez, otras tantas frases: para apoyar a quien pasa por ese trance, aquellas que les ayudaron a ellos mismos en esa situación, las que dijeron a personas queridas que se enfrentaron a esa enfermedad, las de personas que lograron vencer al cáncer...
Son sólo frases, y parece que no tendrían ninguna importancia, pero no es así. Desde la Asociación Española contra el Cáncer se ha agradecido esta iniciativa porque, aunque parezca increíble, unas palabras pueden ayudar mucho a las personas que se encuentran en una situación tan difícil.
Vemos en múltiples ocasiones libros de autoayuda plagados de máximas bienintencionadas y nos parece que con eso no se hace mucho. Las citas atribuidas a personajes célebres se multiplican en distintos soportes como modo de motivar, implicar, apoyar… a cualquiera en las más diversas situaciones.
Y algún efecto tendrán estas palabras porque son muchas las personas que han expresado cómo les ha ayudado unas simples oraciones. De hecho, casi todos nosotros tenemos alguna cita o máxima que nos repetimos en los momentos difíciles.
Los medios de comunicación, por ejemplo, se hicieron eco de las frases de autoayuda que Mireia Belmonte (ganadora de dos medallas en los últimos juegos Olímpicos) había colgado en su Twitter. Mirieia ha tenido que enfrentarse a grandes barreras que, obviamente, ha superado (una enfermedad de espalda, titulares que hablaban de “fracaso”, etc.). No podemos pensar que sólo lo ha conseguido gracias a estas frases, pero algo le habrán ayudado, como ella misma reconoce.
Y no es el único caso. Puede parecernos cursi, simplista, inútil... pero la realidad es que ahí están. Citas, canciones, libros, mantras, eslóganes… Palabras en cualquier formato que nos ayudan cuando necesitamos un empujoncito. Y las palabras nos pueden empujar mucho.
Y si la palabra tiene ese poder en positivo, debemos recordar que lo mismo sucede en el signo opuesto. Porque hay expresiones, frases… que acaban con la motivación de cualquiera. Y tampoco somos conscientes de ello en muchos casos.
Hablamos y olvidamos el impacto que tiene lo que decimos en el otro. Un impacto que, a menudo, subestimamos a no ser que veamos directamente sus consecuencias. Porque una simple palabra puede significar la diferencia entre empujar al otro o pararle de golpe.