La aventura de viajar en metro

Lo cotidiano es un hermoso relato de vidas que se cruzan.
Comparto con vosotros este viaje en metro en forma de ráfagas y momentos que deseo conservar en mi memoria.

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Inma Trigo

Viajar en metro es una aventura, una experiencia de encuentro con el otro, de conexión con las vidas de los demás... que siguen tu misma dirección pero con distinto rumbo. Me gustaría compartir con vosotros las anécdotas que surgieron de este viaje con billete sencillo, en este texto en forma de "patchwork" de momentos de este cotidiano viaje hacia algún punto de la línea verde.

-  Un grupo de tres músicos andinos sube al tren con su altavoz, flauta, guitarra y micrófono. Al verme con el carrito de bebé, se miran entre ellos y se van al otro extremo del vagón para que su música no desvele el sueño plácido del pequeño Nicolás. Ese gesto de empatía, de sensibilidad hacia el otro, acompañaba el mensaje de una canción para no olvidar...

Sólo le pido a Dios
que el dolor no me sea indiferente,
que la reseca muerte no me encuentre
vacío y solo sin haber hecho lo suficiente.

Sólo le pido a Dios

que lo injusto no me sea indiferente,
que no me abofeteen la otra mejilla
después que una garra me arañó esta suerte.

Sólo le pido a Dios

que la guerra no me sea indiferente,
es un monstruo grande y pisa fuerte
toda la pobre inocencia de la gente.

Sólo le pido a Dios

que el engaño no me sea indiferente
si un traidor puede más que unos cuantos,
que esos cuantos no lo olviden fácilmente.

Sólo le pido a Dios

que el futuro no me sea indiferente,
desahuciado está el que tiene que marchar
a vivir una cultura diferente.

Este momento me resulta conmovedor, por su gesto sensible, por su canción, por su voz, por esa tristeza que se confunde con el sentimiento de alegría en el interior del cuerpo. No me deja indiferente.

-  Una señora de 60 años ocupa el asiento libre que está junto al mío. Durante el trayecto entablamos conversación y ella, parlanchina, me habla de su familia. Sus padres se conocieron a los 14 años en el sótano del edificio donde vivían las dos familias para resguardarse de las bombas en plena guerra civil. Él murió a los 81 años y su hija recuerda que hasta ese día, sus padres salían cada tarde a tomar café y dar un paseo. Su madre "murió de pena" al fallecer su marido. "Sólo discutían porque mi padre quería que mi madre comiera más, porque estaba muy seca"- cuenta ella con cariño. "Ellos me contaron que la gente se protegía en el metro de las bombas de la guerra".

-  Una señora me dice que desarrope al niño porque hace calor en el vagón donde viajamos. Y cuando, obediente al consejo de los mayores, le bajo el esbozo del saquito, ella me dice "Ya, ya... Así. No se vaya a resfriar". Al bajarme en mi parada, le oigo decir. "¡Que se te críe con salud!"

Foto:http://www.hispanidad.com/Confidencial/los-trabajadores-del-metro-de-madrid-tienen-once-das-para-asuntos-pro-20130104-154234.html

-  En el ascensor hay un cartel que dice: "Prohibido que los niños VIAJEN  solos en el ascensor". Me hace gracia este sentido de "viajar", y me imagino viajando en ascensor alrededor del mundo (¡!)

-  Una vitrina protege un martillo rojo que sirve para romper el cristal del vagón y sobre ella una indicación que dice "romper sólo en caso de emergencia". Me pregunto si necesitaremos otro martillo para romper la vitrina que guarda el martillo.

No sé cómo será la aventura de ir a trabajar en coche cada mañana (y menos aún, viajar en ascensor hacia el trabajo) pero sin duda viajar en metro es una fuente de inspiración ideal para empezar el día llena de vitalidad.

 

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