Algunos ejemplos de deportistas de élite nos pueden servir para comprobar cómo el entrenamiento mental incide favorablemente sobre el desempeño de nuestras tareas diarias y nos prepara para iniciar un proceso de mejora continua.
A pesar de que ya en la antigua Grecia los filósofos pitagóricos consideraban que el alma es lo que produce la armonía del cuerpo (salud, vigor, etc.), para Platón, alma (o mente) y cuerpo eran de naturaleza totalmente distinta. Hoy en día es casi imposible concebir ambos conceptos de manera separada. Nadie dudará de que si el cuerpo puede incidir sobre la mente, la mente a su vez, puede influir sobre nuestro cuerpo.
Aún cuando esta verdad es comúnmente aceptada, a la hora de implementar una mejora o el desarrollo de algún proceso por parte de un individuo, no resulta extraño que la resolución de algunas situaciones que pueden influir negativamente en el sujeto como pueden ser el miedo al fracaso, la aceleración exagerada del pulso cardíaco o la falta de capacidad de atención, se dejen al azar y se espere que se corrijan por sí solas o desaparezcan con el tiempo.
En el mundo del deporte tenemos grandes ejemplos de cómo la psicología puede proveer los métodos necesarios para controlar estos aspectos negativos de manera que pueda optimizarse el rendimiento y, por tanto, influir con éxito en la conclusión del resultado deseado.
El tenista serbio, Novak Djokovic, ha sido un habitual del top 5 durante los últimos años. Nadie podría discutir su capacidad física o técnica, pero, habitualmente combinaba momentos de juego brillantes con otros repletos de errores y descuidos impropios de un deportista de su categoría. En los momentos más difíciles de los partidos adolecía de una importante falta de concentración, capacidad de sufrimiento y confianza en si mismo. En la actualidad sus 43 victorias consecutivas en partidos oficiales atestiguan su mejora y nos presentan otro tenista mucho más rocoso, seguro y capaz de afrontar momentos complicados y sobreponerse a ellos.
Otros deportistas históricos parecían llevar consigo desde la cuna las disciplinas mentales necesarias para convertirse en un ganador. Es el caso del mítico alero de los Boston Celtics, Larry Bird. En una liga de baloncesto como la NBA, la más competitiva del mundo, el físico ha sido una de las condiciones obligatorias para destacar entre el resto de jugadores. A primera vista Bird podía parecer no tan atlético como sus rivales, pero poseía una técnica, un tesón y una seguridad en sí mismo prácticamente inquebrantable. Para ejemplo, un botón: Larry Bird había ganado las dos primeras ediciones del concurso de triples de la NBA (1986 y 1987), en la 3ª edición del año 1988, antes de empezar la primera ronda de lanzamientos, entró en el vestuario en el que calentaban los demás participantes y preguntó en voz alta: ¿quién de vosotros va a quedar segundo? Momentos más tarde en la ronda final, cuando necesitaba encestar el último tiro para ganar, lanzó el balón e inmediatamente levantó el brazo en señal de victoria y se marchó hacia el centro de la pista antes de que el balón llegara a la canasta. Por supuesto, el balón entró.
Larry Bird pertenece a esa estirpe de jugadores que en los Estados Unidos llaman "clutch players" o jugador decisivos, aquellos jugadores a los que el resto de compañeros acuden cuando el partido está empatado y tienen el tiro decisivo a favor, porque confían en sí mismos y no se les encoge la mano en ese último lanzamiento.
Pero... ¿son entrenables estás habilidades?
Los atletas y deportistas de élite comienzan desde muy jóvenes su preparación. La propia competición y el entrenamiento a los que son sometidos les ayudan a conocer y mejorar sus recursos internos, a optimizar el potencial físico, técnico y táctico y les convierte en dueños de una mente preparada y libre de temores y dudas. Podríamos establecer, a priori, una serie de parámetros sobre los cuales resultaría importante incidir a través de diferentes ejercicios y entrenamientos como las técnicas de visualización, de relajación, dosificación, planteamiento de objetivos, etc.
Profundizaremos en estos ejercicios proximamente, en próximos posts.
Algunos ejemplos de deportistas de élite nos pueden servir para comprobar cómo el entrenamiento mental incide favorablemente sobre el desempeño de nuestras tareas diarias y nos prepara para iniciar un proceso de mejora continua.
Segundo post de nuestra serie de artículos sobre el desarrollo mental enfocado hacia un proceso de mejora continua.
Tercer post de nuestra serie de artículos sobre el desarrollo mental enfocado hacia un proceso de mejora continua.
Cuarto capítulo de nuestra serie de artículos sobre el desarrollo mental enfocado hacia un proceso de mejora continua.